Putin y Xi Jinping desarrollan una estrategia diplomática, política y comercial sin precedentes en Latinoamérica como parte de su carrera por consolidar posiciones geopolíticas, señala el columnista.  (Foto: Alexei Druzhinin / AFP)
Putin y Xi Jinping desarrollan una estrategia diplomática, política y comercial sin precedentes en Latinoamérica como parte de su carrera por consolidar posiciones geopolíticas, señala el columnista. (Foto: Alexei Druzhinin / AFP)

El líder del partido único y secretario general del Comité Central del PCCh, Xi Jinping, y el autoritario presidente Vladimir Putin desarrollan una estrategia diplomática, política y comercial sin precedentes en Latinoamérica como parte de su carrera por consolidar posiciones geopolíticas y “ganar” la iniciativa a otras potencias mundiales como EE.UU., Japón, o algunos países de Europa como Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España, entre otros.

China avanza indetenible en sus relaciones diplomáticas e ingentes inversiones como la construcción del megapuerto en Chancay, que, según el canciller Javier González-Olaechea, será inaugurado por el presidente Xi Jinping entre octubre y diciembre de 2024 aprovechando el Foro APEC en el Perú. La sospecha que este proyecto sirva como base terrestre de los chinos, no deja dormir principalmente a los norteamericanos. Por otro lado, la sorprendente y preocupante decisión de Indecopi, sin análisis geopolítico que involucre los aspectos de soberanía y defensa nacional, entregaron la actividad de generación eléctrica de ENEL a empresas chinas como Southern Power Grid International (HK). ¿Para quién juega Indecopi?

El caso ruso ahora enemistado con potencias de Occidente, se aferra a sus vínculos con los gobiernos autoritarios de Latinoamérica (Cuba, Nicaragua y Venezuela) y su firme aliado Bolivia. Como se sabe, el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, hace un viaje de visita a Latinoamérica por Venezuela, Cuba y Brasil. Acaso en estas reuniones se hace una “auditoría” de los resultados de los “vientos bolivarianos” de Nicolás Maduro y los efectos de la aplicación del Foro de Sao Paulo que ahora mismo azotan a esta parte del continente.

La presencia de ambas potencias mundiales en Latinoamérica y en especial en el Perú es inquietante a la luz de los conflictos mundiales y la recomposición de la correlación de fuerzas. Los peruanos debemos mirar con mucha prudencia esta situación y evitar que haya intervencionismo en la política peruana o no se promuevan conflictos sociales o delitos, como sí lo estaría haciendo Cuba con presuntos agentes de inteligencia “ayudando” a huir a su agente Vladimir Cerrón, o, con el extraño caso de la migración de cientos de criminales del Tren de Aragua de Venezuela que bañan de sangre nuestra patria. Nada es casualidad.

El Perú debe fortalecer sus lazos con sus aliados internacionales y ponerse a la altura del juego de la geopolítica mundial porque nuestra posición estratégica en el Pacífico así lo manda. La soberanía nacional está por encima de todo interés extraño y tenemos la obligación moral de defender los intereses y objetivos nacionales en todos los ámbitos. Esperamos que el canciller Javier González-Olaechea tenga ya una estrategia diplomática para este tema. Sí se puede.