Informe PISA 2012 revela que el nivel educativo en el Perú se ha estancado. (Heiner Aparicio)
Informe PISA 2012 revela que el nivel educativo en el Perú se ha estancado. (Heiner Aparicio)

Cuando escucho debatir sobre educación, no entre especialistas, todo gira alrededor de indicadores. ¿Qué hacemos para alcanzar los resultados de Singapur y Finlandia en PISA?, es la pregunta central, aunque también opinan sobre vestimenta, horarios, número de cursos y de colegios.

Para mí, sin embargo, lo central sería ponernos de acuerdo acerca de qué queremos que recuerden los chicos de su paso por la escuela. Difícil no pensar en la afirmación de Einstein: “Educación es lo que queda cuando uno se ha olvidado todo lo que aprendiste en el colegio”. Sería genial que pudiéramos definir en qué va a consistir el bagaje con el que saldrán nuestros alumnos una vez graduados. Porque si solo contiene las respuestas a los cientos de exámenes o los textos en miles de trabajos, esa otra obsesión de políticos y economistas, ingresar en la OCDE, está más lejos que nunca.

Los retos cruciales e importantes, por llamarlos de alguna manera, no son esos. Definirlos no es un asunto meramente técnico. También es moral, valorativo, requiere de amplitud, rigor y tolerancia. Y de decisión. Porque las huellas que dejan los maestros —me robo el nombre de un concurso que trata de reconocer los verdaderos aportes de la educación— no son improvisadas ni tampoco dictadas por un ministerio, sino pensadas con pasión.

Imaginen que jóvenes de 20 años se acercan a sus colegios con pancartas que dicen: ¡gracias por la maravillosa educación que recibimos! Si directores y profesores saben a qué se refieren, lo escrito aquí es una tontería. Apuesto a que en esa hipotética situación no tendrían la menor idea.