[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: “Debates sin causa ni relleno”. (@photo.gec)
[OPINIÓN] Gabriel Ortiz de Zevallos: “Debates sin causa ni relleno”. (@photo.gec)

La polémica generada sobre por qué Central, el mejor restaurante del mundo, no ofrece lomo saltado o por qué Virgilio Martínez hizo una causa sin papa, puede ser un punto de partida para reflexionar cómo en el Perú nos sobran los debates sin causa ni relleno. Debatir, si uno tiene propósito genuino de entender algo mejor al otro y encontrar puntos de contacto, siempre es útil; pero en Perú hace rato que se perdió, entre el enchichamiento de la política y el ego de las élites, que hemos sido incapaces de encontrar acuerdos perfectamente viables en otros países por pura necesidad de jugar al todo o nada. En un país tan desigual y diverso como Perú, coinciden el refinamiento extremo de Central, basado en una apuesta riesgosa y valiente de poner en valor lo nuestro, con una gran cantidad de peruanos a la que le es difícil comprender su propuesta y que reclaman, como si fuera suya, la salchipapa (tendría que ser huachana cuando menos). Esa discusión puede ayudar a entender y acercar, o ser usada para ahondar diferencias. Quienes esperan que el lomo saltado sea ineludible podrían comprender que hay en Virgilio Martínez una investigación y preparación muy innovadora que tiene éxito a nivel mundial, a precios que son los que se pagan en los mejores restaurantes del mundo, y que su apuesta atrae turismo, lo que beneficia hasta a los kioscos de salchipapas. Las élites que sí comprenden la propuesta de Virgilio, podrían reconocer cuán privilegiada es su situación en Perú y cuánto hay por hacer, no por los que sí comen lomo saltado y salchipapas, sino por los que sufren hambre o han caído en la pobreza como producto del bajo crecimiento económico de los últimos años y el empobrecimiento que implicó la pandemia y la mala respuesta a ella. “Hay, hermanos, muchísimo que hacer”. Pero es más fácil y rinde políticamente quedarse en el “hay mucha oportunidad para dividir”. A eso se dedicaron Castillo, Cerrón, Bellido, Torres y Chávez, y también la hoy presidenta Boluarte en su momento, por nombrar solo a algunos. Y también todos los que usan caviar o rojete como insulto, cuando no terruquean sin motivo.

Las élites de derecha e izquierda peruanas, amigas de sus contrapartes en países donde sí fueron capaces de lograr acuerdos importantes, mantuvieron conflictos como si el muro de Berlín no hubiera caído y el Estado peruano no demostrara hasta la náusea cómo puede ser de poco transparente e ineficaz para atender al ciudadano. Podríamos haber consensuado una reforma del Estado, pero mejor dejar esos temas aburridos y concentrarnos en los debates que ya sabemos pelear y que nos separan: Petroperú, sistema de pensiones, etcétera. Mientras élites de uno y otro lado reescenificaban la mechadera en versión enésima, el país se enchichó hasta la médula, hoy no se debate por ideologías, sino por intereses menudos (o no tanto): mi universidad no tiene licenciamiento, mi taxi colectivo no quiere reforma del transporte, la minería y tala ilegal tienen poder y no lo van a soltar por el medioambiente, la carrera docente meritocrática da flojera.

Hoy revive el dilema del adelanto de elecciones para evitar el copamiento de instituciones que un sector del Congreso está buscando, mientras las reformas necesarias para mejor la calidad de la representación política o la mejora institucional duermen el sueño de los justos, o se desperdician oportunidades porque no se da la batalla política con seriedad.

El menú político hoy solo ofrece salchicaca. Si no cambian las reglas del juego, no hay garantía de que el menú cambie (y la proporción de salchicha sea aún menor). Y, claro, soñar con que debería ser lomo saltado sirve de poco. No queda, sino, lavarla bien y hervirla. El Perú pasa por una etapa muy complicada, donde ninguna solución es óptima, y cualquier paso a una situación mejor y sostenible, va a requerir estómago. Con todas sus limitaciones, el Acuerdo Nacional y el Consejo de Estado, alrededor de los compromisos asumidos frente a la OCDE sería la mejor tabla salvavidas disponible para estas turbulencias.

VIDEO RECOMENDADO

Arturo Alegria de Fuerza Popular sobre el futuro de la Mesa Directiva del Congreso