Foto: GEC
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La polarización histérica que hoy reina en el Perú ha producido la radicalización de las posturas políticas otrora moderadas, y el afianzamiento de los extremos. La derecha antidemocrática ha ganado terreno a la par que la izquierda radical y totalitaria, alimentándose cada una del odio que sus adeptos se profesan. En esta lucha tribal las voces del centro, las voces liberales, han sido sofocadas hasta convertirse en susurros exangües. El riesgo del avance de estas posturas es que las libertades individuales y la institucionalidad democrática pierdan terreno.

Un sector de la derecha, con anhelos golpistas, insistió en el fraude electoral, incluso cuando ya se había comprobado que la tesis hacía agua por todos lados (aunque en un inicio hubiese legítimas dudas). Si esta derecha hubiera entendido que la democracia demanda respetar el resultado de las urnas, hoy estaría legitimada para enfrentar a Castillo con las herramientas que la Constitución otorga y, eventualmente, podría bregar por la causa de la vacancia (de seguir por este rumbo el gobierno, con filosenderistas afincados en Palacio, estaría plenamente justificada).

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El caso de la izquierda que se autodenomina democrática es pasmoso. Que guarde silencio cómplice o incluso defienda a un gobierno que tiene claros afanes autoritarios, que gobierna con prosenderistas y que está copando el Estado con prontuariados e improvisados es injustificable. El papel que JPP está jugando en este gobierno es particularmente reprochable y demostraría que lo que buscan es una cuota de poder y que para disfrazar sus intenciones se valen de la retórica de búsqueda de la justicia social. Verónika Mendoza, con su defensa cerrada de Cerrón, es la insignia de la decadencia institucional y moral de esta izquierda. Pero también está Sigrid Bazán, quien se reúne con Maraví, que tiene claros vínculos con Sendero; y Anahí Durand, quien despacha con denostadores de las minorías que dice defender. La connivencia de la izquierda con el gobierno les traerá un costo político que les tomará lustros reparar.

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