"Es evidente que la población pide a gritos renovar continuamente a sus autoridades antes de que culmine el periodo. Y es aún más evidente que, en el Perú, cinco años son una eternidad".
"Es evidente que la población pide a gritos renovar continuamente a sus autoridades antes de que culmine el periodo. Y es aún más evidente que, en el Perú, cinco años son una eternidad".

La semana pasada, la congresista Adriana Tudela resaltó en un artículo la importancia de que el Congreso se renueve a mitad del periodo presidencial. Es decir, no cada cinco años, sino dos años y seis meses. Esta iniciativa, junto a la bicameralidad y reelección parlamentaria, son las reformas más importantes que deben hacerse cuanto antes.

En los últimos años, la reforma más pedida ha sido el recorte del mandato presidencial y congresal para adelantar las elecciones generales. Es decir, un parche adictivo que no soluciona nada. Se pidió cuando renunció PPK (véase la portada 22/03/2018 de La República); cuando Vizcarra peleaba con el Congreso a diario; cuando estaba Castillo y cuando asumió la presidenta Boluarte. Cuatro veces en menos de diez años.

Es evidente que la población pide a gritos renovar continuamente a sus autoridades antes de que culmine el periodo. Y es aún más evidente que, en el Perú, cinco años son una eternidad. Ante ello, hay dos opciones: seguir pidiendo adelanto de elecciones cada vez que el elector se arrepiente, o institucionalizar ese reclamo.

Los beneficios de hacer lo segundo es que se genera predictibilidad, aunque parezca lo contrario. Al ser una ley constitucional la renovación parlamentaria por mitades a mitad del periodo presidencial, toda la población (empresarios, comerciantes, trabajadores…) tiene la certeza de que habrá cambios en ese lapso y así pueden tener una proyección más estable. En cambio, con el recorte de mandato cada vez que no les gustan las autoridades, se crea mayor inestabilidad e incertidumbre económica, porque no se sabe cada cuánto se convocará elecciones.

Otro beneficio, como lo dijo Tudela y es tal vez el más importante, es que los ciudadanos podrán renovar con mayor facilidad a sus parlamentarios sin necesidad de rogar un adelanto. En el Perú cinco años son una eternidad y la mejor forma de desfogar esa frustración no es con un irresponsable “que se vayan todos”, sino con una renovación ordenada y pequeña.

Bicameralidad, renovación por mitades y reelección. No hay más.