(Foto: Andrés Paredes/GEC)
(Foto: Andrés Paredes/GEC)

“Caos era la ley de la naturaleza; Orden fue el sueño del hombre”, esta frase, del historiador Henry Adams, destila en pocas palabras el gran viaje de la humanidad, siempre en constante conflicto por intentar ordenar algo inherentemente caótico. Las leyes, las vacunas, las religiones, las monedas: todos son esfuerzos por “civilizar” el caos.

Este conflicto ha sido la inspiración de muchos mitos y leyendas, pues siempre nos han ayudado a darle sentido a lo inexplicable. Khaos fue uno de los primeros dioses griegos, una mezcla anárquica de elementos que existieron antes del universo pero que dieron origen a la luz y la oscuridad. En la mitología nórdica, Loki es uno de los dioses más poderosos, el que a través del caos y el azar saca a relucir lo mejor de otras personas (argumento central de la serie dicho sea de paso).

Un mito mucho más moderno, la serie (de libros y de televisión) Juego de Tronos, también jugó mucho con la idea del caos, en especial, a través de su personaje Meñique. Para este cínico y oportunista consejero, el “”, la mejor manera de ascender y acumular poder es generando desorden y confusión.

MIRA: No olvidar

En estas historias, a veces el caos es útil, puede crear algo nuevo o beneficiar a algunos, pero todo depende del contexto. En nuestro caso, los peruanos hemos recibido una sobredosis de incertidumbre: somos el país más golpeado por la pandemia, hemos tenido cinco presidentes en cinco años y tres nefastos congresos en el mismo período.

Aun así, Castillo no puede (o no quiere) deslindar de figuras que, como Meñique, ven en el caos una escalera, y están dispuestos a seguir generándolo con tal de retener el poder, sin importar el daño o sufrimiento causado a los millones de peruanos que se merecen un respiro de orden y certidumbre.

Lea mañana a: Hernán Díaz

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