"En el mundo, la democracia ha sido declarada hace tiempo en recesión. En el Perú, quizás ya se encuentra en una depresión".
"En el mundo, la democracia ha sido declarada hace tiempo en recesión. En el Perú, quizás ya se encuentra en una depresión".

En el mundo, la democracia ha sido declarada hace tiempo en recesión. En el Perú, quizás ya se encuentra en una depresión. Una depresión ocurre cuando una recesión se alarga y no muestra posible mejora. Es también una enfermedad caracterizada por una tristeza persistente, una pérdida de interés y una incapacidad para actuar. Nuestra democracia está deprimida. Toda democracia se construye con un conjunto de reglas formales (Estado de derecho) y dinámicas culturales (sociedad de convivencia). Es una mesa donde se deben sentar todos y la sostienen cuatro patas: clase dirigente elegida, instituciones autónomas y efectivas, ciudadanía militante y vigilante y pacto de convivencia. En el Perú, en la mesa solo se sienta una minoría y todas las patas están rotas. Reconstruir la mesa requiere de un esfuerzo creativo, resiliente y de largo aliento.

Claramente, no hay consenso sobre las salidas a la crisis. Quizás deberíamos primero acordar entre diversos unos pocos principios. Algunas sugerencias:

1. Renovada visión: El relato consensuado a inicios de los 2000 se agotó. Hemos perdido el rumbo. Prima la indignación, la insatisfacción y la desesperanza, evidente en los 400,000 peruanos que abandonaron el país. El vacío de liderazgo en las clases dirigentes no nos debe desanimar de constituir, entre todos, una visión que nos reanime.

2. Consensos mínimos: Ningún plan maximalista tiene viabilidad de implementarse. Las experiencias de países vecinos y nuestra propia fragmentación política nos enseñan que lo único viable es un conjunto acotado de consensos mínimos entre demócratas de izquierda, centro y derecha.

3. Crecimiento del bienestar. El crecimiento económico es el único camino para que ciudadanos obtengan empleos dignos. Pero solo no genera una vida plena. Debemos agregar con igual obsesión, el crecimiento institucional y social.

4. Estado renovado: Nuestro Estado requiere de una profunda reingeniería para que funcione bien y con transparencia. Acordemos al menos que las postas, comisarías y escuelas funcionen con calidad para que cada ciudadano alcance el máximo de su potencial.

5. Conciencia del enemigo: Las dinámicas nacionales en las últimas décadas han fijado al enemigo como fujimorista o antifujimorista, caviar o DBA. Sin perder nuestros principios, reconozcamos que hay un enemigo más grande: mafias organizadas que han tomado el poder y están destruyendo el país.

6. Revolución relacional: Es imposible avanzar si persiste la creciente polarización ideológica, acoso violento y cultura racista entre quienes piensan, viven y sienten diferente. No debemos confundir defender nuestra preferencia, con atacar con fanatismo. El cambio más importante es restaurar nuestras relaciones entre peruanos.

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