“Ni a Fujimori ni Montesinos en sus peores momentos se les ocurrió una barbaridad así, que tenía que salir de la cabecita de un congresista comunista”.
“Ni a Fujimori ni Montesinos en sus peores momentos se les ocurrió una barbaridad así, que tenía que salir de la cabecita de un congresista comunista”.

Todos debemos resistir ese zarpazo fascista del Congreso contra la libertad de prensa. ¿Se imaginan a los caviares y a jueces como San Martín con el poder de meterte preso e imponerte una descomunal reparación civil si califican a algo que has expresado como “difamación”, más aun en estos lamentables años en los que la subjetividad -y hasta la estupidez- de lo “políticamente correcto” impera? Como Orwell, prefiero mil veces los excesos de la prensa que los excesos del poder. Ni a Fujimori ni Montesinos en sus peores momentos se les ocurrió una barbaridad así, que tenía que salir de la cabecita de un congresista comunista, un tal Américo Gonza (lo más curioso es que solo la bancada fujimorista votó en bloque en contra, lo que por supuesto no ha sido reconocido por nadie de nuestra prensa).

En el fondo, quien tiene la culpa de esta calamidad es el difunto Alan García y los medios. Hacia el año 2011 se buscaba despenalizar la difamación. Javier Valle Riestra insistía en asimilarlo al Código Civil, pero eso tenía sus complicaciones. Más fácil era el camino que Mauricio Mulder, Rolando Souza, Raúl Castro, Enrique Ghersi y este columnista (mil disculpas si olvidé a alguien) idearon e impulsaron: que la difamación deje de tener cárcel y, como la calumnia y la injuria, sea solo penada con multa y/o trabajo social. Tras un trabajo hercúleo y contra el reloj, estos tres congresistas lograron que el Legislativo apruebe la iniciativa, que llegó a Alan García para que la firme y promulgue en la semana final de su gobierno. Pues bien, a García, aconsejado por Enrique Bernales (tengo testigos), NO le dio la gana de promulgarla. Allí quedó tirada la norma, en el limbo. Se intentó que Humala o PPK la resucitaran, pero no se interesaron. Y también los medios fueron culpables porque NINGUNO nos apoyó (más bien, coleguitas como Ángel el ‘Ruso’ Páez se opusieron). Y ni el IPYS, el Consejo de la Prensa o los coleguitas abrieron sus boquitas. Lloren pues ahora; lloren por mezquinos.