El crecimiento económico significa producir más y se suele medir a partir de la tasa de variación porcentual del PBI; por ejemplo, en 2019 el crecimiento fue de 2.1%, lo que significa que la economía peruana produjo 2.1% más en comparación con 2018.

El PBI es el valor de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos en una economía durante un período de tiempo; entonces, cuando el PBI aumenta significa que se produce más. Sin embargo, el aumento en el PBI es solo un medio y no un fin en sí mismo. El fin de cualquier estrategia es el aumento en la calidad de vida de los habitantes de un país. Crecer es producir más, desarrollar es mejorar la calidad de vida.

¿Cómo se conectan el crecimiento con el aumento en la calidad de vida? En general a través de dos canales. En primer lugar, si se produce más, podría pensarse que siempre aumenta el empleo. Se sigue que más empleo lleva a mayor ingreso y por ende a mayor demanda por bienes y servicios que elevan el bienestar; pero, ¿es así? No necesariamente; por un lado, el avance tecnológico está originando que la mayor producción se logre con un uso más intensivo de máquinas y tecnología, pero no de personas; la consecuencia es que aumenta el PBI, pero no el empleo. Por otro lado, si los niveles de educación y salud son de baja calidad, no todas las personas son “empleables”. Quieren trabajar, pero no tienen las competencias educativas ni el estado de salud para acceder al empleo, lo que significa que no están preparadas para tomar los empleos. De ahí que las reformas en los sectores de educación y salud sean fundamentales para tener un capital humano que pueda sostener el crecimiento futuro.

En segundo lugar, como el crecimiento significa producir más, entonces lleva a un aumento de la recaudación tributaria y por ende de la capacidad de gasto del gobierno. ¿Qué ocurre si el gobierno no sabe cómo gastar los recursos que le “entrega” el crecimiento económico? ¿O si se pierden en corrupción? En ese caso, los aumentos en el PBI no se reflejan en el bienestar.

Las dos razones descritas explican por qué hay muchas economías con excelentes resultados económicos, pero pobres resultados sociales. Crecer sí, pero siempre y cuando se conecte con el bienestar. Los resultados económicos, como el PBI, la inflación y la evolución de las exportaciones son como los cimientos de una casa; importantes, pero no generan bienestar. Necesitamos construir la casa, pues solo con ella se eleva la calidad de vida.

El mensaje es el siguiente: El PBI es un indicador del avance productivo de un país, pero no uno de bienestar; para medir este último se necesitan otros indicadores, la tasa de pobreza (medida por diversos métodos), la tasa de mortalidad infantil, la proporción de hogares con acceso a agua potable y desagüe, la desigualdad de ingresos, el acceso a una educación de calidad, etc. El tema está en que los resultados económicos no son iguales a los sociales. Los primeros son una condición necesaria, pero no suficiente para lograr los segundos.

TAGS RELACIONADOS