Hu Hintao fue levantado de su asiento y forzado a marcharse del “gran palacio del pueblo” con la total indiferencia de su sucesor y supuesto camarada Xi Jinping, señala el columnista.
Hu Hintao fue levantado de su asiento y forzado a marcharse del “gran palacio del pueblo” con la total indiferencia de su sucesor y supuesto camarada Xi Jinping, señala el columnista.

Del 16 al 20 de octubre se realizó el XX Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), en el cual Xi Jinping fue reelecto para un tercer mandato gracias a los cambios que él forjó en la Constitución china para acabar con el límite de un máximo de dos períodos de cinco años que cumplieron sus antecesores en el cargo Hu Hintao (2003-2013) y Jiam Zeming (1993-2003).

Xi Jinping se consolida, así, como líder indiscutible del país y del PCCh, cuya abreviación podría, lúdicamente, interpretarse ahora como el “Partido Continuista Chino”. Si algo le faltaba a la gran potencia asiática para retornar a un totalitarismo clásico, como el de Mao Tse Tung, era el regreso del culto a la personalidad de un líder único cuya doctrina está en la Constitución y debe ser enseñada en las escuelas como “el pensamiento de Xi Jinping”.

Junto a este dirigente todopoderoso le tocó sentarse en la inauguración del Congreso del PCCh al expresidente Hu Hintao hasta el momento cuando, ante la mirada atónita de los globalizados espectadores del mundo, fue levantado de su asiento y forzado a marcharse del “gran palacio del pueblo” con la total indiferencia de su sucesor y supuesto camarada Xi Jinping.

No es casualidad que el hecho ocurriera luego del ingreso de los medios de comunicación al recinto y, a pesar de que los medios nacionales aseguraron que Hu Hintao fue “retirado” por malestares físicos que le aquejaban, no hay nada que ocurra, públicamente, en la China de Xi Jinping. Lo ocurrido con Hintao, sentado junto a Xi Ping, fue una demostración planificada (concertada o no con el humillado expresidente) para demostrar que el PCCh en su totalidad se subordina al líder absoluto y prescinde de los servicios de rivales o expoderosos miembros en sus filas.