Contexto de un ataque (I). (Foto: AFP/Archivo)
Contexto de un ataque (I). (Foto: AFP/Archivo)

El ataque con drones a instalaciones petroleras de Arabia Saudita refleja la sombra de Irán, sea porque su régimen lo ordenó y ejecutó o porque el grupo islamista yemení, Al-Houti, lo perpetró con logística y con aviones proporcionados por el régimen de los ayatolás.

Yemen es una de las principales áreas de conflicto de la “guerra fría” entre la monarquía fundamentalista sunita de Arabia Saudita y los clérigos de la república islámica chiita de Irán, luego de que ambas potencias han medido fuerzas en Líbano, Iraq y Siria, cada una apoyando a los grupos o gobiernos afines a su visión del islam.

Los sunitas, rama mayoritaria del islam desde la muerte de Mahoma en el siglo VII, tienen una interpretación religiosa e histórica compartida por más del 80% de los musulmanes, diferente a la rama chiita, compartida por poco menos del 10% de los musulmanes en todo el planeta. Sin embargo, en Irán, Iraq, Bahréin y Azerbaiyán, los chiitas son mayoría y son minorías importantes en Yemen y Líbano, donde Irán y el dictador sirio Hafez al-Assad fundaron al grupo Hezbollah en 1982. Esta alianza implicó que Hezbollah y tropas de la guardia revolucionaria iraní, junto a Rusia, rescataran al régimen tiránico de Bashar al-Assad de los sunitas radicales del Estado Islámico (ISIS).

Arabia Saudita junto a la mayoría de las monarquías sunitas del Golfo Pérsico (Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin), apoyados por Estados Unidos y por otros países europeos, han respaldado en todos estos conflictos a grupos sunitas radicales y moderados, pero en los últimos años, cuando ISIS se volcó contra sus regímenes en su ambición por crear un califato (imperio), rompieron sus alianzas con grupos islamistas radicales. El caso de Yemen lo analizaremos la próxima semana.

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