Foto: Archivo GEC
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¿Se imaginan a un país petrolero, pero con muchas carencias, que sepa que tiene seis yacimientos que le permitirían pasar a ser el primer productor mundial, pero que sea tan tarado de no desarrollar esta tremenda riqueza? Bueno, eso es lo que sucede con el Perú actualmente. Chile exporta anualmente 5.8 millones de toneladas de cobre contra 2.4 millones de su escolta Perú, pero la diferencia es que nuestro vecino tiene minas viejas mientras que nosotros tenemos esos seis yacimientos vírgenes (Conga, Tía María, Galeno, Cañariaco, La Granja, Michiquillay), más un par nuevos en desarrollo (Quellaveco y Mina Justa). El Perú no es un mendigo sentado en un banco de oro, sino de cobre. Y precisamente ahora que su precio está por las nubes y que el recambio a los carros eléctricos va a garantizar mucha demanda de cobre por décadas. ¿No debería ser entonces el desarrollo de estas seis minas el objetivo prioritario para el próximo presidente que elijamos? ¿No es un tema ya hasta de seguridad nacional? ¿Se imaginan ustedes la cantidad de inversión, divisas e impuestos que traería conseguir ser el primer productor mundial de cobre? ¿Y la satisfacción en el orgullo nacional de superar a los chilenos en su mayor riqueza? Oponerse a este objetivo “porque profundizaría una economía primaria” es otra idiotez, tanto porque esos yacimientos son lo que más tenemos a mano para ser ricos rápidamente y porque con la riqueza obtenida ya podríamos financiar una diversificación productiva real.

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Por eso tenemos que votar por alguien que no solo tenga claro este objetivo vital sino que tenga la habilidad y las agallas para convencer o para pasar por encima, sin asco y sin dudas, sobre la izquierda, su principal opositora (Humala en Conga y Tía María nos demostró que es un COBARDE). Clinton proclamaba en su campaña: “¡Es la economía, estúpidos!”. Aquí es el cobre.

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