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Redacción PERÚ21

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Nano Guerra García,Opina.21nano@somosempresa.com.pe

No sé en qué momento alguien decidió separar la moral de la política. Fue entonces que se creó el activismo puro y la búsqueda inescrupulosa del poder.

Cualquier persona que haya seguido los dos primeros conceptos es alguien a quien debemos honrar. Uno de ellos es Javier Diez Canseco, y digo 'es' porque, precisamente, su legado permanecerá.

Uno puede tener discrepancias filosóficas, éticas y hasta políticas con Diez Canseco, pero lo que respetaremos siempre es la congruencia con la que vivió y su actuar conforme a lo que pensaba en todo aspecto. Algo tan difícil en los tiempos de ahora.

Recuerdo que una vez en la Universidad Católica, cuando él nos tomó juramento a los entonces jóvenes dirigentes estudiantiles, dijo como frase final que "nunca abandonen sus ideales".

Esto es precisamente lo que Javier hizo a lo largo de su vida: no abandonar sus ideales. Ciertamente evolucionó, lo vimos virar con inteligencia; supo convertirse en un socialista moderno que aceptaba el mercado y la democracia representativa.

Es así como logró brillar como pocos políticos lo han hecho.

Debo reconocer que, en los últimos 20 años, siempre voté por él porque sentía que estaba dándole mi voto a una persona íntegra.

Aun si discrepaba con él en muchos de sus planteamientos –sobre todo en temas económicos–, porque estaba seguro de que él tenía una moral que desembocaba en una política, y no al revés.