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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

El domingo 28 de julio hacia la medianoche, luego del vendaval de opiniones emitidas por la TV local, la TV por cable me tiró un salvavidas para que no me ahogara en tanta coyuntura. Este instrumento destinado a la flotación apareció en la por ahora asombrosa pantalla de I-SAT (132 de Cable Mágico) en forma de película. Se llama Margin call, en traducción libre Llamada límite. Verla es una obligación, al menos para aquellos que diariamente nos preguntamos hacia dónde cuernos se dirige nuestra civilización.

Trata, nada más y nada menos, que de la burbuja inmobiliaria que conmovió a la humanidad con bolsillo –hay muchos que ni siquiera lo necesitan– hace solo cinco añitos. La mierda, perdón pero cualquier otra palabra sería un elogio, que resume –con buen ritmo cinematográfico y con varios actores y actrices consagrados– dicho filme es escalofriante.

Es un fresco de la civilización moderna pintado sin remilgos pero atendiendo, con mucha precisión, a los fruncimientos y vergüenzas que aún nos quedan de nuestra educación judeocristiana y de cómo la máquina de triturar que es la sociedad manejada por y para el mercado arrasa con todo, o con casi todo, pues asoman (en el filme al menos) algunos gestos de pudor ético que si bien no llegan a materializarse indican que, en el fondo, muy en el fondo, de quienes aún no han sido devorados por el sistema, hay un levísimo resplandor de humanidad. Supongo que para algunos colegas será fuente de inspiración y comprobarán que se puede ser peor de lo que se es. Que se puede defender la mentira y el horror sin que sus vidas se alteren. Que el cinismo que practican está justificado y que esa justificación desciende del Norte culto y civilizado al que tanta admiración le profesan.