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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Voy a insistir con esto: rentabilizar la desgracia ajena está mal, es sucio.No se trata de ocultar los logos que llevan por defecto las botellas de agua de una determinada empresa. Tampoco de que quien produce lácteos esconda su nombre para poder anunciar que quien necesite leche puede pasar por ella gratuitamente a sus establos. Tampoco de que un funcionario del gobierno evite mencionar el nombre de una empresa minera gracias a la cual se pudo recuperar la transitabilidad de una importante vía de comunicación.

No. Todo eso está muy bien, hay que reconocerlo, aplaudirlo e incentivarlo. ¿Pero hay que incentivar la conversión de la caridad en negocio? ¿Hay que impulsar la idea de que ser solidario es bueno solo si es rentable?Por eso, el cuento de que "es buen ejemplo e inspira a otros a ayudar" no funciona. Además de que obedece a una lógica e inmediatez suicidas. Tampoco funciona "lo importante es el gesto y no tanto la motivación". Ese pragmatismo nos ha hecho mucho daño y ayudó a destruir nuestras instituciones.

Y es que eso es más o menos lo que debe haber pensado Lelio Balarezo (hoy prófugo de la justicia), ex vicepresidente de Confiep, cuando decidió estafar a la Sunat y a todos los peruanos. Cuando me miran, cuando hay cámaras, me porto bien, soy un ciudadano y una empresa modelo, soy bueno y honrado. Cuando nadie está mirando, estafo al Estado, coimeo, evado impuestos, me reúno con Montesinos y le sugiero que cambie la Constitución para que el sátrapa se quede un término más, falsifico documentos, compro favores, pongo ministros, cometo perjurio y facilito la salida de un delincuente del país.

Pero eso sí, mandé muchas frazadas a Pisco en el 2007 y ahí está mi nota de prensa para probarlo.