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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Cuando en el 2011 el diario Correo, dirigido entonces por mi vecino, denunció que Odebrecht estaba en contubernio con algunas altas autoridades y grandes empresas de nuestro país –y luego de que trataran de reclutarlo ofreciéndole ser expositor por el precio que él fijase y él los rechazara–, lo botaron. No sé si esa fue la única razón, tampoco sé si todas las denuncias de Correo tenían sustento –sé que muchas otras, en algunos otros casos, no pasaban de ruido mediático– pero ese solo hecho merece un reconocimiento que desde aquí le hago. Aldo, te botaron porque no quisiste mirar a otro lado. Salud por eso.

Y resulta que están cayendo todos. Lo de Nadine y Ollanta es como Kill Bill II. En Kill Bill I cayó Toledo y en el tercero –se supone– caerá Bill. Que caigan todos los que tengan que caer sin importar nada más que su conducta: si delinquiste, si te hiciste el idiota, te vas a dentro por corrupto, corruptor, cómplice o negligente. No importa si eres un gran empresario o si tu negocio es tu mototaxi; si eres el presidente de la República o el portapliegos de una oscura oficina del Estado; si te apellidas como un ex zar ruso o káiser alemán o si te apellidas Toledo o García; si estudiaste en Columbia o en la escuelita de mi vecino, si tienes plata o eres un indigente… si delinquiste, vas adentro.

Esto, que parece muy lírico, tiene un costo alto y demanda una voluntad política que espero esté –aún– al alcance de nuestro Poder Ejecutivo. PPK está probando en carne propia lo que es ser difamado por no ser funcional a los intereses de algunos que se hacen pasar por sus amigos. PPK debe hacer un corte limpio aunque en ello pierda un brazo y embanderar la lucha contra la corrupción y los corruptos. Es eso o sucumbir sin dar batalla.