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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Se supone –o se suponía, ya no sé– que el gobierno se había comprometido con la igualdad de oportunidades y derechos para hombres y mujeres, y a trabajar para que la comunidad LGTBI tenga derechos plenos. Esto, según dijo PPK el 28 de julio pasado, para construir una sociedad justa e inclusiva que nos lleve a ser –por fin– un país civilizado.

La tarea no era fácil y el Ejecutivo lo sabía. En un país tan machista y conservador (e hipócrita), con una población tan poco dispuesta a informarse y con una comprensión de lectura entre las más bajas del mundo, la resistencia a que –por ejemplo– las personas LGTB accedan a ejercer derechos plenos es una lucha cuesta arriba y llena de derrotas y victorias parciales y cotidianas. Pero es una lucha que vale la pena librar, es un pleito que vale la pena comprarse.

Virtualmente la mitad de la población de nuestro país no puede reclamar para sí derechos y tratamiento como los que sus contrapartes hombres damos por sentados. El costo de oportunidad de tener a la mitad de la población relegada es gigantesco. Aunque sea por afán mercantilista deberían estar de acuerdo, independientemente de que es lo justo y lo urgente.

Para esto, el enfoque de género en la educación es clave. Pero parece que la ignorancia, que es tremenda, y el miedo que aquella inspira en quienes no pueden o no quieren formar sus propias opiniones, yendo a las fuentes de información directamente, está por ganar la partida. A Giordano Bruno lo quemaron por atreverse a decir que la creación de un dios infinito debe ser infinita y contener infinitos mundos. Ahora no pueden quemar a nadie, pero las ganas les quedan. ¡Siga comprándose ese pleito, presidente!