[OPINIÓN] Richard Arce: “El coyote y el correcaminos”. (Foto: Poder Judicial)
[OPINIÓN] Richard Arce: “El coyote y el correcaminos”. (Foto: Poder Judicial)

Resulta por demás esclarecedor leer las 23 páginas del testimonio de Jaime Villanueva, el esbirro de Patricia Benavides encargado del trabajo sucio y su incondicional hombre de confianza mientras gozaban y usufructuaban el poder, con intenciones sibilinas, algo propio de delincuentes.

Porque ahí recién puedes emitir una opinión sobre el grado de la podredumbre de la clase política que nos gobierna y la componenda que hacían con funcionarios de carrera como Benavides, que tenía la voluntad de instrumentalizar un poder del Estado a cambio de los votos corruptos en el Congreso.

Ahí tenemos al propio presidente del Congreso, Alejandro Soto, que, no conforme con haber promovido una ley para evitar ser sentenciado por estafa, ahora negociaba con Patricia Benavides para que le archiven su caso de los trolls a cambio de agendar la sesión para arremeter contra la JNJ; o si no, tenemos al congresista José María Balcázar, que traficaba su voto a cambio de archivarle su caso por haberse apropiado dinero del Colegio de Abogados y, finalmente, recibió el nombramiento de su allegada como fiscal.

Ahí no queda el escándalo, porque también están el caso servil de la congresista Patricia Chirinos, que se encargaba de las denuncias con el cuchillo entre los dientes a pedido de su tocaya. Pero lo más grave son las coordinaciones que hizo Fuerza Popular por encargo expreso de Keiko Fujimori para que atiendan sus demandas a cambio de tumbarse la investigación por el caso Lava Jato, situación que ha sido corroborada en una entrevista por la congresista Moyano, quien ha confirmado el tráfico de votos y la instrumentalización de un poder del Estado para fines subalternos.

Por eso resulta inverosímil la estrategia que se lanzó esta semana desde el bastión fujimorista, con el apoyo de sus viejos socios los apristas, para utilizar parte de la declaración de Villanueva y construir una narrativa, entiendo que es con el objetivo de tumbarse el proceso judicial que ya ingresa a la fase de juicio oral y por la contundencia de las pruebas con las que Keiko sería condenada. Porque en realidad, viendo el grado de incriminación con las revelaciones de Villanueva, se confirmaría toda la tesis fiscal; es hasta negligente para los intereses de Keiko y sus adláteres. Son como las trampas del coyote para atrapar al correcaminos.

Que se investigue todo lo declarado, pero pretender descalificar la labor periodística de Gustavo Gorriti con estas acusaciones de Villanueva solo muestra la desesperación y sinvergüencería de los corruptos.