(Foto: Andina)
(Foto: Andina)

Este domingo los peruanos hemos sido convocados nuevamente a los centros de votación para elegir a 13,032 autoridades nacionales en 25 regiones, 196 provincias y 1,890 distritos. Faltando apenas unas horas para ese momento, hacemos un llamado a la conciencia de nuestros compatriotas.

No son pocos los electores que seguramente irán a las urnas sin haber investigado a profundidad a su candidato y si las propuestas o planes que ha estado exponiendo son viables o no. Lamentablemente, la desafección, el desapego de la ciudadanía hacia la política, decepcionada quizás por haber escogido mal una y otra vez en los últimos años, ha generado que en este proceso electoral el entusiasmo sea mínimo. Y que el surtido de candidatos no sea ciertamente el mejor tampoco ayuda. Pero votar sin convicción y a la ligera sería un craso error.

La autoridad local o regional que elegimos influye mucho en la vida diaria de las personas, desde el recojo de la basura, los servicios básicos, el ornato, la seguridad, y un largo etcétera. Cualquier acción u omisión del alcalde o el gobernador tiene incidencia directa en la ciudadanía. De manera que, si el elegido es un inepto, un corrupto o ambas cosas a la vez, la localidad, sea chica o grande, sufrirá un colapso en el corto plazo.

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Lo vemos hoy a escala de gobierno nacional. Lo sufrimos todos los días con las desatenciones o problemas en el país, la región, la ciudad o el barrio. Con los servicios públicos, con la seguridad en las calles. Todo, salvo contadas excepciones, por lo general, pésimamente manejado por presidente, gobernador, alcalde o la autoridad o jefatura designada por estos. En la inmediatez de esa cotidianidad se refleja el impacto de nuestra decisión ante las candidaturas.

Hace tiempo que los peruanos venimos votando muy mal. Y de esas votaciones erráticas, llevados por alguna campaña publicitaria impactante, una sonrisa, frase o promesa sin sustento, han medrado una serie de oportunistas, leguleyos, demagogos y bandidos que en los últimos años se han sumado a la clase política, con ningún otro interés que el beneficio propio, empobreciéndola a niveles nunca imaginados.

No repliquemos eso. Evitemos prolongar la mala racha de políticos, gobiernos y administraciones locales fallidas o corruptas. Votemos bien esta vez.

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