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Redacción PERÚ21

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Carlos Carlín,Habla.BabasHace algún tiempo aplaudí la valentía del exministro Óscar Ugarte al imponer una campaña de uso de preservativos frente a la oposición de la Iglesia. El Estado laico no se dejó manipular e hizo lo que tenía que hacer. Esta semana volví a celebrar la aprobación de la guía técnica que reglamenta el aborto terapéutico hasta un periodo de 22 semanas de embarazo. Una medida que busca proteger la vida de muchas mujeres. En púlpitos y trincheras conservadoras no ofrecieron soluciones; solo se escuchó de diluvios y castigos. Si la Iglesia dice defender la vida, ¿por qué no destina una fracción de sus ingresos a los miles de niños que nacen cada día en condiciones miserables? Respeto cualquier credo y admiro a quienes profesan con consecuencia cualquier religión, pero desprecio a las autoridades eclesiásticas que, conscientes de su poder, imponen de forma irresponsable y hasta criminal, principios favorables solo a sus intereses y no a los de la mayoría de personas que les entregan de buena voluntad su conciencia y su fe. Celebro que se enfrente ese doble discurso que habla por un lado de amor y por otro de castigo, temor y culpa. Aplaudo que se opte por la razón y no por el fanatismo. Y salto en una pata porque felizmente ya empezamos a perder el miedo.

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