[Opinión] Gonzalo Elías: El tiempo vale  más que el dinero. (Foto: Freepik).
[Opinión] Gonzalo Elías: El tiempo vale más que el dinero. (Foto: Freepik).

Cuando estábamos por terminar el colegio, en quinto de media, un profesor muy querido nos dijo: “Queridos alumnos, ahora que van a ser universitarios y adultos, dividan su tiempo en tres tercios; un tercio para estudiar, un tercio para hacer deporte o arte, y un tercio para divertirse”. Esta fórmula sencilla me sirvió no solo para ser muy feliz durante mi etapa universitaria, sino que me ayudó a estructurar mi vida. Darle balance, estructura y equilibrio al día a día ha resultado siendo, en mi experiencia, una verdadera fuente de salud mental y bienestar.

Ya más grande, en la vida laboral, edité un poco esa fórmula para convertirla en 8 horas para trabajar, 8 horas para disfrutar y 8 horas para dormir.

Para los independientes, crear estructura no es tan fácil, tiene que haber disciplina, paciencia y cierta tolerancia a la soledad. Después de un tiempo se cosechan los frutos y uno puede disfrutar del manejo de sus tiempos y del equilibrio. Para los dependientes, hay otros beneficios, pero el equilibrio y el respeto del tiempo varían mucho según los jefes y la cultura de la organización. A veces tocan verdaderos líderes, personas humanas que, además de pagar lo justo, respetan y valoran lo más preciado de las personas y sus familias: el tiempo. Existen jefes que realmente se preocupan por la persona que está detrás del puesto y la ven como un fin en sí misma, no como medio para conseguir lo que quieren. Lamentablemente, en muchísimos casos vemos una carencia de verdadero liderazgo en nuestro país, las personas que están “arriba” suelen ser hábiles, pero a veces carecen de empatía e inteligencia emocional. Están movidas por la competitividad extrema, el miedo y la codicia. Esto afecta la salud de la gente.

La “jornada de 8 horas laborales” no puede ser un mito, tiene que ser una realidad. El día tiene 24 horas y un tercio de nuestras vidas lo pasamos durmiendo. Trabajar es importantísimo, dignifica, da sentido a la vida, pero el ser humano necesita tiempo libre para estar con los hijos, para leer, escuchar música, para ir al teatro, hacer deporte, viajar.

Al final, mi profesor tenía razón, el equilibrio y la estructura eran y seguirán siendo fuente de salud mental.