¿Cómo confiar en policías que deberían cuidar y defender a la ciudadanía cuando ni siquiera quieren poner una papeleta a un auto mal estacionado, señala la columnista. (Foto referencial)
¿Cómo confiar en policías que deberían cuidar y defender a la ciudadanía cuando ni siquiera quieren poner una papeleta a un auto mal estacionado, señala la columnista. (Foto referencial)

Hace unos días, un ciudadano publicó en X (Twitter) un video en que les pide a tres policías de tránsito que intervengan un vehículo que se ha estacionado sobre la vereda. Esta persona se acerca a hacer la denuncia de la infracción y la respuesta que recibe por parte de la autoridad policial es una actitud de hartazgo y patanería. No solo minimiza la denuncia, sino que empieza a increparle la validez de su reclamo. “¿Quién es usted?”, le pregunta, a lo cual el denunciante responde que simplemente “es un ciudadano”. También replica: “¿Acaso es dueño de la casa?”, disminuyendo la preocupación del vecino, quien insiste en indicarle que deberían hacer su trabajo y multar al conductor de dicho auto. A pesar de que el denunciante le habla con firmeza y exige que cumplan con su trabajo, la Policía le pide que se retire argumentando una falta de respeto.

Y así nos repiten el eslogan: “A la Policía se le respeta”. ¿Cómo respetar a una institución que no hace sino faltarles el respeto a quienes se supone que deben servir? ¿Cómo respetar a una institución que es más famosa por albergar elementos corruptos que por ofrecer sus servicios heroicos? ¿Cómo confiar en policías que deberían cuidar y defender a la ciudadanía cuando ni siquiera quieren poner una papeleta a un auto mal estacionado? Ni qué decir de tantos otros casos en los que las víctimas de violencia sexual son maltratadas por los propios oficiales o los reclamos son disminuidos pues “no hay gasolina” para hacer el patrullaje.

¿Cómo confiar en la institución policial si a fines del año pasado y a inicios de este dispararon al cuerpo y cara de los protestantes y acabaron con la vida de adolescentes y niños? ¿Qué podemos esperar cuando ahora, gracias a la declaración de emergencia, sus poderes se multiplican y pueden detener a cualquiera, peor aún si eres extranjero –consolidando no solo un gobierno en el que la separación de poderes se va desvaneciendo, sino que se declara abiertamente xenófobo–?

Por supuesto que hay policías fantásticos. De esos que hacen su trabajo con ahínco y respeto, y que se encuentran al servicio de las personas. Es una lástima que se pierdan dentro de una institución cuya reputación hace agua, ya que son pocas las medidas que se implementan para reformarla. La inseguridad y el desorden seguirán existiendo y poco se podrá hacer para mitigar estos problemas si no podemos realmente confiar en nuestra policía. Necesitamos un cuerpo policial honesto y de servicio público, en el que podamos confiar y al que podamos recurrir cuando nos haga falta.