El acoso sexual en el transporte público, la violencia doméstica y la discriminación en el lugar de trabajo son solo algunas de las barreras que enfrentan las mujeres, señala la columnista. (El Comercio)
El acoso sexual en el transporte público, la violencia doméstica y la discriminación en el lugar de trabajo son solo algunas de las barreras que enfrentan las mujeres, señala la columnista. (El Comercio)

En el Día Internacional de la Mujer —una fecha para conmemorar más que para felicitar—, abundan los saludos dóciles resaltando los atributos de las mujeres. Se sigue celebrando su belleza, su abnegación y se le reconoce por las tareas de cuidado que asumen diariamente. Cada vez más personas e instituciones reconocen la real naturaleza de la fecha a pesar de los intentos de algunos de sostener el statu quo y reducir dicho día a una suerte de “Día de la Madre” que abarca a todas las mujeres.

Por ello, fue rico leer una felicitación en un grupo de activistas por los espacios públicos que marcó la diferencia. Ernesto escribió “Feliz lucha a todas”. Y esa simple frase refleja no solo la importancia de la fecha, sino también el camino aún largo que existe hacia la igualdad de género. Recorrido que nos lleva por todos los aspectos de nuestra vida en sociedad, desde los más domésticos e íntimos hasta los más poderosos y públicos. Dados los últimos acontecimientos en el Perú, es urgente reeducar a esos alcaldes, congresistas y hasta ministros que hablan de forma despectiva –y a la vez deseosa— del cuerpo de las mujeres, incluso de sus propias colegas.

Un territorio en el que aún hay mucha lucha por hacer es el de las ciudades que habitamos. La falta de seguridad en las calles, el acoso sexual en el transporte público, la violencia doméstica y la discriminación en el lugar de trabajo son solo algunas de las barreras que enfrentan las mujeres en las ciudades. Iluminación y espacios públicos seguros son fundamentales, pero también transporte público de calidad y que se garantice una movilidad de proximidad para que los viajes del cuidado –que son, por supuesto, hechos principalmente por mujeres— puedan hacerse con tranquilidad y comodidad.

Mientras las niñas y mujeres sigamos viviendo en barrios que nos dan miedo, conviviendo con hombres que nos asustan y viendo limitados nuestros recorridos y nuestras opciones, no podemos hablar de ninguna conquista. Por ello, uno de los aspectos fundamentales para el empoderamiento de las mujeres es la creación de entornos urbanos seguros donde puedan vivir, trabajar y prosperar sin temor.

Además, las políticas de género deben integrarse en todas las áreas de gobierno, desde la formulación de leyes hasta la prestación de servicios públicos. Puesto que estamos frente a una sociedad machista que se resiste al cambio y nuestras autoridades acaban siendo su reflejo, el reto es muy grande y la brecha de género persiste. Por ello, mujeres, les deseo que tengan una ¡feliz lucha! pues esta batalla será larga y será tortuosa, pero, al final, juntas lograremos la victoria.