Al reducirse el tránsito de vehículos motorizados, los espacios públicos se encuentran menos contaminados: la calidad del aire mejora y los ruidos disminuyen, señala la columnista.
Al reducirse el tránsito de vehículos motorizados, los espacios públicos se encuentran menos contaminados: la calidad del aire mejora y los ruidos disminuyen, señala la columnista.

Con la llegada de la pandemia, el espacio público en las ciudades demostró toda su importancia. Aunque tarde, el gobierno peruano ha logrado impulsar políticas para redistribuir el espacio público y ponerlo a disposición de las personas. Así, el Ministerio de Vivienda ha publicado unas guías que buscan dar lineamientos para el uso de la calle en condiciones saludables.

A la fecha, son varios los gobiernos locales que están impulsando políticas de gestión de los espacios públicos bajo el amparo de estas directrices. Por ejemplo, Cusco es una de estas ciudades: las terrazas de restaurantes empiezan a proliferar en sus calles empedradas y las restricciones a la circulación de vehículos privados se imponen para darles paso a peatones y al disfrute de la calle. Por su parte, el distrito de Magdalena en la capital se encuentra decidido a impulsar una transformación en su zona comercial pues está impulsando el modelo de supermanzanas, la ampliación de veredas y la gestión de estacionamientos en vía pública para reducir el tiempo del uso de los parqueos e invitar a la circulación, emulando lo impulsado en San Isidro por el exalcalde Velarde. Ambos municipios se han adherido al Pacto por los Espacios Públicos, promovido por Ocupa Tu Calle, y espero que puedan consolidar sus prácticas y desarrollar aun más procesos. Por si acaso, los distritos aún pueden sumarse al Pacto.

Siempre pero más en tiempos de pandemia, resulta clave que las personas realicen actividad física. Tener calles peatonales permite que puedan realizar caminatas y paseos en un entorno agradable y seguro. Además, los espacios peatonales propician la reactivación económica y benefician a los comercios y negocios de la zona porque permiten un mayor flujo de clientes, lo cual activa la dinámica comercial. De la misma manera, al reducirse el tránsito de vehículos motorizados, los espacios públicos se encuentran menos contaminados: la calidad del aire mejora y los ruidos disminuyen. Además, el entorno se vuelve más seguro para la infancia y los adultos mayores... en suma, estas medidas nos hacen vivir mejor. Y ahora más que nunca necesitamos vivir mejor.