Micaela de Osma
Micaela de Osma

A poco menos de un año de la manifestación en contra de la violencia contra la mujer, volvemos a ver (casi) en vivo y directo otro caso de agresión. La diferencia en esta ocasión es que la acción violenta contra Micaela de Osma ocurrió (también) en la calle, en el espacio público.

Por lo menos esta vez no pueden argumentar que se trata de un “tema privado”, como a algunos alfeñiques les gusta llamar a la violencia familiar.

Así, cualquiera con un mínimo de sensatez pensaría que hay que tomar medidas para reducir la violencia, atender a las víctimas y mostrar cómo la igualdad representa no solo oportunidades sino también menos muertes. Sin embargo, mientras estén cegados por el “qué dirán” o mientras cumplan los comandos que alguien más les instruye, poca política pública será eficaz.

Sin embargo, me interesa llamar la atención sobre el rol de Anahí, la vecina de Micaela, quien es la que filma y enfrenta a Martín en pleno ataque. Ella, junto a otros transeúntes que se escucha que gritan al agresor y le exigen que la suelte, refleja cuál es la importancia de la comunidad en la vida cotidiana. Así, una ciudad con vecinos que se conocen y se ayudan entre sí será siempre una ciudad donde nos podamos sentir más protegidos. Mire a su alrededor y piense en cuáles de sus vecinos conoce. ¿Se atrevería a dejarles sus llaves para que saquen a pasear a su perro? ¿A pedirles que miren un ratito a sus hijos mientras va a recoger algo que olvidó en otro lado? ¿Sabe sus nombres y qué es lo que hacen? ¿Confía en ellos? Pues debería poder hacerlo. Es eso lo que hace a una comunidad resiliente y poderosa. Esos vecinos que se meten donde sí importa. Que están pendientes del bienestar colectivo.

Lo malo es que aún no terminamos de valorar los beneficios que nos ofrece nuestra comunidad. Debemos mirar más allá de nuestra individualidad (tan cerrada y exclusiva) y pensar en qué forma podemos aprovechar nuestra colectividad. Y es que aunque aún queden muchos mequetrefes haciendo referencia a su honra y aprovechando el sistema machista para pisotear a los demás, debemos reconocer que la forma de ganarles es volviéndonos una masa común. Seguro que cuando ellos lean esto no lo entiendan, pero quizá en sus palabras lo hagan: les advierto, no podrán hacerle frente a una ciudad macha.