“La mayoría de candidatos propone más gasto en salud, educación e infraestructura, pero no muestran cifras ni indican de dónde sacarían los recursos para financiarlo”.  | Foto: Presidencia de la República
“La mayoría de candidatos propone más gasto en salud, educación e infraestructura, pero no muestran cifras ni indican de dónde sacarían los recursos para financiarlo”. | Foto: Presidencia de la República

En los últimos días tuve ocasión de escuchar a varios candidatos en presentaciones que hicieron en el CADE electoral y en entrevistas en Amcham y en diversos medios. Como era de esperar, Keiko, López Aliaga y De Soto se han posicionado más a la derecha y a favor de la economía de mercado, Verónika Mendoza y Lescano comparten el ala izquierda y Guzmán, Forsyth y Acuña se venden más como de centro. Hay muchas propuestas malas o inviables.

Las propuestas más preocupantes son las de aquellos que enarbolan la bandera del cambio de la Constitución para modificar el modelo económico para acrecentar el rol del Estado, como si fuera a resolver algo, y los que ven al Estado como una piñata inagotable de prebendas para repartir. La mayoría de candidatos propone más gasto en salud, educación e infraestructura, pero no muestran cifras ni indican de dónde sacarían los recursos para financiarlo. Además, no indican cómo pasaremos de un Estado disfuncional, incapaz de ejecutar su presupuesto, a uno eficiente al servicio de la gente. Proponen crear más ministerios cuando se requiere una reforma del Estado y de la descentralización.

Preocupa también la falta de especificidad sobre cómo atacarían la informalidad y el desempleo, que están muy cerca de ser los principales problemas nacionales después de la salud y la educación. Aquí se requiere una reforma laboral que reduzca las rigideces en la contratación y despido, pero es anatema.

Otras propuestas peligrosas incluyen las de Lescano de controlar precios y tasas de interés, la de Guzmán de modificar la Constitución y la ley del BCR para que el propósito de este no sea solo velar por la estabilidad monetaria y de precios, sino también por el crecimiento económico y el empleo, las de Mendoza de usar las reservas del BCR como si fueran recursos fiscales y propiciar una segunda reforma agraria, o la de López Aliaga de mover la capital a Junín, como si no tuviera un alto costo.

Varios candidatos también proponen recrear la banca de desarrollo sobre la base de Cofide, olvidándose de las pérdidas que le causaron al país, y convertir al Banco de la Nación en un banco comercial, con los riesgos que esto implica. Estas propuestas de reforma de las instituciones financieras públicas implican un peligroso retorno al pasado, incluyendo la de ampliar el propósito del BCR.

Falta mucho todavía ya que las encuestas muestran que alrededor de la mitad de los sufragantes no ha decidido su voto o podría cambiarlo, pero preocupa las propuestas demagógicas de muchos candidatos.


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