"He leído Fratelli tutti, su última encíclica, Papa Francisco. A muchos nos agobia y desalienta su condena y ataque a la propiedad privada y al liberalismo económico. Usted no nos cuenta", dice el columnista.
"He leído Fratelli tutti, su última encíclica, Papa Francisco. A muchos nos agobia y desalienta su condena y ataque a la propiedad privada y al liberalismo económico. Usted no nos cuenta", dice el columnista.

Somos trabajadores que amamos a las empresas en las que trabajamos. Somos cuantiosos los que tenemos sentido de pertenencia, pensando y actuando como dueños sin serlo. Estamos, incluso, entregados al propósito de la empresa como si fuera nuestro. Sentimos ser amantes de la economía y guerreros incansables para desaparecer el desperdicio de personas, tiempo y recursos. Somos, parafraseando a Rubén Darío, mil cachorros sueltos de león español, a quienes nos recorre en la sangre la hidalguía del Inca y el férreo compromiso por el trabajo, la eficiencia, la competitividad y la productividad de bienes y servicios para el bienestar de la sociedad. Todo eso en primera persona del plural.

Y están los otros, esos emprendedores a quienes admiro con todas mis fuerzas. Esos que se baten a duelo todos y cada uno de sus días por sacar adelante sus empresas, pequeñas o grandes, pagando sus cuentas y haciéndole frente a un Estado cruel y elefantiásico que les pone cabe, mañana, tarde y noche.

He leído Fratelli tutti, su última encíclica, Papa Francisco. A muchos nos agobia y desalienta su condena y ataque a la propiedad privada y al liberalismo económico. Usted no nos cuenta. No somos esperpentos “como los asaltantes disfrazados de empresarios que en lugar de operar en el mercado abierto se confabulan con el poder de turno para obtener privilegios” (Benegas Lynch).

Temo que los otros contenidos de su encíclica quedaron eclipsados por su disparo que “yerra y se aleja grandemente del blanco, ya que sus consejos indefectiblemente conducen a la miseria, muy especialmente de los más vulnerables” (BL). Una cosa es con cajón y otra con guitarra. Estudie la otra economía. Rezaremos por usted.