Sonia Chirinos: Algo huele a podrido (EFE)
Sonia Chirinos: Algo huele a podrido (EFE)

El pasado domingo se celebraron elecciones generales en la región de Galicia. Galicia, tierra de emigrantes, lo es también de uno de los políticos más controvertidos de mediados del siglo XX, Manuel Fraga Iribarne. Fraga, uno de los padres de la Constitución, creó Alianza Popular, y fraguó allí, bajo el nombre Partido Popular, la hegemonía de la derecha liberal.

Gallego es Feijóo, actual líder de la oposición. Presidente por mayoría absoluta durante cuatro legislaturas, dejó atrás la política gallega, y asumió el reto de la nacional. Fracasó en su intento de gobernar España, aunque ganara las elecciones. Pero sin mayoría absoluta. En estos tiempos que vivimos, si las mayorías son relativas, viene el rodillo sanchista, se alía con los nacionalistas, o la extrema izquierda, y no solo gobiernan, sino que se proclaman vencedores, sin serlo.

Pedro Sánchez apostó fuerte por la derrota del Partido Popular en Galicia. Erró de cabo a rabo. El Partido Popular ganó con abrumadora mayoría absoluta. Frente a él, los socialistas presentan los peores resultados de su historia en la región. Apenas 9 diputados.

Cuarenta y ocho horas después del estrepitoso fracaso, algunas voces tímidas parecen levantarse echando la culpa a la manera de hacer de Sánchez. Otras apuntan a que el sanchismo ha destruido al socialismo que tanto hizo por una España democrática.

Algo huele a podrido en este partido. La gente de bien, de derechas o de izquierdas, no sabe qué hacer para frenar esta tendencia que parece encaminarse al suicidio político. No son de recibo las alianzas con los delincuentes; ni con los nacionalismos que buscan romper España; ni que, tratándonos como menores de edad, nos hagan comulgar con ruedas de molino.


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