DESASTRE. Un misil ruso cae en una residencial de Kiev (FOTO AFP)
DESASTRE. Un misil ruso cae en una residencial de Kiev (FOTO AFP)

Alarmas en Kiev. Hace un año, cuando el presidente Vladimir Putin ordenó a sus tropas dar inicio a la “ofensiva militar especial” contra , el mundo veía impaciente cómo un nuevo conflicto bélico a gran escala –con antecedentes históricos– se formaba. La tensión en la frontera entre ambos países se había acrecentado desde finales de 2021, con las tropas rusas esperando solo la orden de su mandatario para cruzar e iniciar los bombardeos. Finalmente llegó el día. El 24 de febrero, minutos antes de las 6 de la mañana, Putin apareció en los canales rusos dando un mensaje a la nación. “Rusia no puede sentirse segura ante la amenaza ucraniana”. “Intentaremos desmilitarizar y desnazificar Ucrania”. Bajo esos argumentos, condenables por distintos organismos internacionales, se inició la guerra. En la plaza Independencia de Kiev, las sirenas empezaron a sonar.

Y no han dejado de hacerlo.

Un año después, la guerra continúa. Aquel primer día Rusia ingresó al este de Ucrania por cuatro frentes. La toma de Kiev era el principal objetivo de Putin, que en poco tiempo se hizo de las principales ciudades del este, incluida la planta nuclear de Chernóbil. El panorama para Ucrania se veía poco favorable, coincidían los analistas, que pronosticaban un asedio rápido y contundente.

“Cuando nos ataquen, verán nuestros rostros. No nuestras espaldas, sino nuestros rostros”. Las palabras corresponden a Volodimir Zelenski, el presidente ucraniano que, con aquella frase pronunciada poco después de la orden de Putin, buscaba alentar a sus tropas. No fue para menos. Lo que apuntaba como un desmoronamiento en pocos días se convirtió en una resistencia con pequeñas victorias resaltantes. Durante este año, las fuerzas ucranianas han soportado los embates de una fuerza mucho mayor, manteniendo la expectativa por lo que pueda ocurrir más adelante.

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El conflicto ha cambiado mucho en este año. Occidente, proporcionando armas, armamento y apoyo económico, ha hecho sentir a Ucrania que no está sola. Por otro lado, China se ha acercado en las últimas semanas a Rusia y ha ejercido presión a su favor pese a las advertencias de EE.UU. y la OTAN. Putin, en tanto, esta semana se dio un baño de masas, en el cual aprovechó para felicitar a sus tropas y anunciar su salida del tratado de control nuclear START, algo que el mandatario estadounidense, Joe Biden, ha calificado de error.

ALIADOS. Esta semana Joe Biden se reunió con Zelenski. (FOTO AFP)
ALIADOS. Esta semana Joe Biden se reunió con Zelenski. (FOTO AFP)

Sin embargo, en el terreno de la guerra no hay día en que no haya muertos. Según cifras estimadas de la ONU, desde el inicio de la conflagración murieron en Ucrania más de 8 mil civiles y otros 13 mil han resultado heridos. Vale recalcar que lo más probable es que el número sea mucho mayor. En otra de las consecuencias del conflicto, la agencia ACNUR - ONU estima que la cifra de refugiados sobrepasa los 8 millones. Se trata del éxodo de ucranianos más rápido y el más grande de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

En cuanto a las bajas, no hay cifras reales ni registros oficiales. En diciembre, un artículo de la BBC que cita a Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU. y asesor del presidente Biden, señaló que cerca de 100 mil soldados rusos y 100 mil soldados ucranianos habrían muerto en el conflicto (el mismo oficial estimó que alrededor de 40 mil civiles habrían fallecido). Tanto Moscú como Kiev han dado números bastante menores de sus bajas y Naciones Unidas ha dicho que no considera fiables las cifras publicadas por los implicados en el conflicto.

Un año después, la guerra continúa cambiando vidas.

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