Intrigas, escándalos, conspiración e injusticia: la historia de Germaine Robberechts, una monja desaparecida en 1982, tiene todo lo que un misterio sin resolver debe tener para seguir llamando la atención de los europeos durante casi 40 años, al punto que unas refacciones realizadas hace unos meses en el que fue su , fueron aprovechadas por la policía para dar una última búsqueda de sus restos.

El pasado mes de octubre, investigadores de la policía judicial federal aprovecharon unas refacciones en el convento de los Santos Vicente y Pablo, en la pequeña localidad belga de Termonde, para cavar en el jardín y en el centro del pueblo con el objetivo de encontrar los restos de Germaine Robberechts, pero fue en vano.

La ‘hermana Gabrielle’ o ‘Gaby’, como era comúnmente llamada de cariño, fue una monja adelantada a su tiempo, que no cumplía con los estándares de una religiosa de su época. Con estudios de artes plásticas, enseñaba dibujo y estética, fue una consumada fotógrafa, hacía cerámica cuando no tocaba el acordeón, casi nunca se quedaba callada y gustaba de manejar su viejo Peugeot a manera de chofer para sus hermanas del convento y para hacer los mandados. Con esta actitud, la hermana Gaby se ganó la reputación de ser una specialleke , una “pequeña especial”.

EL SOSPECHOSO

Fue justamente su habilidad para el manejo lo que la llevó a trabajar como chofer para el el canónigo Gaston Mornie, superior de la escuela católica situada junto al convento, a quien llevaba constantemente en el auto a diferentes “servicios” que el cura realizaba en la ciudad.

Este trabajo habría llevado a la hermana Gaby a descubrir los secretos inconfesables del canónigo, entre los que figuran el ingresos a burdeles y el consumo de drogas, situación que habría sido, según los investigadores, la sentencia de muerte de la religiosa.

Las investigaciones apuntaban a Mornie como el principal sospechoso de la desaparición de la religiosa. Se supo que en una oportunidad, el cura encontró bajo su almohada una nota en la que un anónimo le recomendaba seguir una vida acorde a los valores cristianos y que este supo inmediatamente que se trataba de la hermana Gaby pues ella era la única que manejaba las llaves que abrían todas las puertas del convento.

El 3 de marzo de 1981 hubo una fuerte discusión entre ambos religiosos y tres días después la hermana Gabrielle desapareció para siempre.

Canónigo Gaston Mornie. (Willy Van Damme Wordpress)
Canónigo Gaston Mornie. (Willy Van Damme Wordpress)

LA POBRE INVESTIGACIÓN

Luego de una breve investigación, las autoridades eclesiásticas comunicaron a la familia de la monja que esta había huido con un presunto amante. Incluso cuando los familiares llegaron al convento, las autoridades religiosas mantuvieron la misma versión y detallaron que el amante era un campesino de la zona.

Sin embargo, luego de unos días, la familia comprobó que la historia que le habían dado era falsa y que el supuesto campesino mencionado como el amante de la hermana Gaby era un padre de familia que seguía en su casa y que nada tenía que ver con el tema.

Pese a las evidencias, la autoridades eclesiásticas mantuvieron su versión y el obispo responsable de la parroquia de Termonde envió una carta a la ya anciana madre de Gabrielle para decirle que su hija “se había ido voluntariamente” del convento.

El 10 de octubre de 1991, la ya desaparecida revista holandesa Aktueel retrató la historia. (Willy Van Damme Wordpress)
El 10 de octubre de 1991, la ya desaparecida revista holandesa Aktueel retrató la historia. (Willy Van Damme Wordpress)

EL INJUSTO FINAL

Por su parte, la justicia no hizo mucho por resolver el caso, los primeros dos meses después de la desaparición no hubo ninguna iniciativa judicial pues el fiscal de la época encargado del caso pertenecía al mismo círculo de acaudalados hombres católicos de Termonde que frecuentaba el canónigo Mornie, según informó el diario Het Laatste Nieuws.

Con el paso del tiempo, la investigación había quedado en el olvido, hasta que en 1990, Mornie fue investigado por un asunto de tráfico de drogas en bares, a los que se sumó una serie de testimonios de niños y jóvenes que denunciaban al cura de haberlos abusado sexualmente. Con estás nuevas investigaciones, el religioso fue obligado a declarar bajo el detector de mentiras y se determinó que mentía.

Sin embargo, los testimonios de abusos sexuales no fueron suficientes para condenarlo, y la Iglesia solo lo apartó. Mornie, quien sería el principal sospechoso de la desaparición de la hermana Gaby, pasó los últimos años de su vida, internado en el psiquiátrico de Zelzate, en donde murió en 2011 a los 77 años, llevándose todos sus secretos a la tumba.

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