Todas entregan su vida a los niños del país. Del total de estos profesionales, 38 son varones. (Foto: INSN)
Todas entregan su vida a los niños del país. Del total de estos profesionales, 38 son varones. (Foto: INSN)

Ellas y ellos, que visten uniforme color turquesa y siempre van a paso firme y ligero, juegan un papel clave en la salud de los pequeños pacientes en las más de 40 subespecialidades del Instituto Nacional de Salud del Niño.

Son los llamados ángeles de los niños que los cuidan con mucho amor, paciencia, entrega, devoción y su mayor felicidad es que estos últimos superen sus enfermedades y regresen a sus hogares. Nos referimos a las 665 licenciadas en enfermería, 38 de ellos varones, que este 30 de agosto celebran el “Día de la Enfermería Peruana”.

Este grupo de profesionales de la salud estuvo en la primera línea de batalla contra la pandemia del COVID-19. Se enfrentaron a su cara más terrible: la muerte, la soledad, el miedo, el riesgo de contagio y la sobrecarga de trabajo. Sobrellevaron el día a día y así sacaron adelante a los pequeños pacientes.

La principal función de los enfermeros es el cuidado humanizado al paciente. Se desempeñan en tres grandes áreas: asistencial, docencia y administrativa. Y también en la parte de investigación. La labor de cada uno de estos profesionales está centrada en el conocimiento científico, afirmó la magister Lía Castillo, jefa del servicio de Enfermería de la institución.

La diferencia marcada de la enfermera pediátrica es que desarrolla un sexto sentido en su quehacer diario que consiste en identificar en el niño el llanto si es de dolor, frío, hambre porque el menor no habla mientras en la atención a un adulto es más viable, precisó Castillo.

“HAY MÁS FELICIDAD EN DAR QUE RECIBIR”

El deseo de servir a los demás llevó a Rosario Ruiz-Conejo (60) a estudiar esta profesión, que ostenta el grado de magister. “Decidí ser enfermera porque me pareció que era una carrera que iba a satisfacer más la trayectoria de mi vida y realmente no me equivoqué”, manifiesta tras recordar que su abuelita siempre le decía que estudie enfermería para que la cuide.

Ruiz-Conejo tiene 36 años laborando en el INSN. Ha pasado por los servicios donde la vida de los pacientes pende de un hilo: Emergencia, Unidad de Cuidados Intensivos. “En Emergencia hay que tomar decisiones precisas. Ahí el tiempo es importante. En la UCI también”, señaló.

Ella, hace seis años forma parte de la Unidad de Cuidados Paliativos Pediátricos (UCPP) donde el trabajo se enfoca en brindar alivio de los síntomas y el estrés de la enfermedad del paciente. El objetivo es mejorar la calidad de vida tanto del niño como de la familia. “En paliativos acompañamos a los pacientes para que no sufran, que tengan una calidad de vida y una muerte digna (en casos terminales). Damos el soporte (a las familias). Tratamos de que realmente sea así y muchos padres lo han agradecido. Hay más felicidad en dar que recibir”, sostiene.

El equipo de la UCPP visita a los pacientes del INSN en compañía de “Cirilo”, “Lavi” y “Elvi”, unos títeres con los que las enfermeras interactúan con los niños y les hacen pasar momentos felices.

DESARROLLAN HABILIDAD AUDITIVA Y VISUAL

Las enfermeras pediátricas desarrollan una habilidad auditiva y visual refiere la licenciada Juana La Rosa Solórzano, jefa de Enfermería de la Unidad de Neonatología. “Uno aprende a diferenciar el llanto de hambre o el llanto de dolor del neonato. En la parte visual hay que observarlos mucho. Por ejemplo una convulsión en un bebé recién nacido no es igual como en los pacientes adolescentes o adultos. Puede ser desde un simple parpadeo seguido, o el temblor de la mano, e inclusive el movimiento de la lengua que puede estar sacándola y metiéndola. Todas esas cosas se van aprendiendo”, precisó.

La Rosa recuerda que el caso de un bebé la marcó para siempre. “Llegó al servicio un bebé que fue abandonado. Tenía varias malformaciones. Nos encariñamos con él. Era como nuestro hijo. Lo atendíamos las 24 horas. A los cuatro meses murió. No tenía familia e iba a ir a la fosa común y no queríamos eso para él. Personal de mantenimiento le hizo su cajón. Hicimos colecta y conseguimos ayuda para sepultarlo en un cementerio en Comas. El bebé merecía un entierro digno”, dijo.

“INNOVAMOS ESTRATEGIAS EN ATENCIÓN”

Richard Laopa Ureta es uno de los 38 enfermeros varones que atienden a los pacientes del INSN. Labora hace 10 años en la institución. Actualmente es el jefe de Enfermería del Servicio de Gastroenterología y se encarga de los procedimientos médicos en la sala de endoscopia y también de la medicación y cuidados.

“La atención al paciente es muy familiar. Lo sentimos como nuestro y lo queremos ver restablecido, curado. Nosotros vamos innovando las estrategias en la atención, tratamiento. Al dar la medicación a un paciente vemos la forma de que lo tome sin caer en la exigencia o la fuerza. Mediante juegos le decimos tenemos un aperitivo (jarabe), de qué sabor será, de menta, chocolate y así el niño dice que lo va a probar y lo toma”, relata.

La mayor alegría y satisfacción de los enfermeros es cuando el paciente que llegó en estado crítico a la Unidad de Cuidados Intensivos, sale adelante, se le retira el tubo y pasa a sala de cuidados intermedios. Esto es el reflejo del trabajo fino, de calidad, de amor, que se hace en equipo.

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