Eran los primeros días de 1945 y el mundo seguía viendo los horrores que dejaba la . Nadie imaginó lo que pasaría en nuestro país el 4 de enero de ese año. Ese día, un avión de la aerolínea Panagra fue robado del aeropuerto de Limatambo por dos de sus trabajadores. El hecho ocurrió cuando el personal aeroportuario estaba almorzando en el restaurante de terminal aéreo.

Avión desaparecido

A la una de la tarde de ese jueves 4 de enero, varios aviones estaban listos para volar y otros dispuestos a pasar su revisión técnica habitual en el de Limatambo. Es así como una nave Douglas DC-3A, NC-19470 de la aerolínea Panagra se alistó para despegar. Tras recibir la señal de salida, la aeronave realizó un movimiento brusco y poco habitual para volar. Esto llamó la atención del encargado de la Torre de Control, quien se comunicó con el piloto para saber las condiciones de vuelo. Luego de varias llamadas sin respuestas, el empleado avisó a sus superiores para que verificaran la presencia de los pilotos del vuelo de pruebas de turno.

Una rápida investigación interna determinó que dos mecánicos de Panagra habían volado la máquina junto a dos personas más. Todo hacía pensar en un secuestro. Por eso, las autoridades de la compañía aérea enviaron aviones para la búsqueda de la aeronave. El Cuerpo Aeronáutico del Perú (CAP) también envió varios aviones de caza y el Ministerio de Marina ordenó la salida de un cazasubmarinos al puerto del Callao, donde se creía que podrían estar los restos del avión, ya que este solo tenía gasolina para tres o cuatro horas de vuelo.

Comunicado de Panagra sobre el hecho. (Foto: GEC Archivo Histórico)
Comunicado de Panagra sobre el hecho. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Hallazgo en el mar

La tarde del viernes 5 de enero de 1945, la nave robada fue ubicada al oeste de Chorrillos. Miembros del Departamento de Operaciones de la aerolínea vieron, desde el aire, algunos restos del avión como asientos, maletas, un bote salvavidas de caucho y algunos trozos de madera pertenecientes a la cabina del piloto.

Por eso, dos funcionarios de la compañía aérea viajaron junto a la Marina de Guerra hacia el lugar del avistamiento. Allí recogieron algunos restos del moderno avión, los cuales fueron trasladados en un camión hacia el aeropuerto de Limatambo para ser observados por un grupo de investigadores.

Luego, la Policía identificó a Carlos Castro Martínez y a Andrés Carpenter Van Roey, como los dos mecánicos de la aerolínea implicados en el robo. Sin embargo, aún no tenían los cuerpos ni conocían la identidad de los otros dos pasajeros involucrados en el hecho. El padre de Castro Martínez trabajaba, junto a él, en la misma compañía aérea.

Imagen de los dos mecánicos de la aerolínea implicados en el robo del avión de Limatambo. (Foto: GEC Archivo Histórico)
Imagen de los dos mecánicos de la aerolínea implicados en el robo del avión de Limatambo. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Con el paso de los días, la búsqueda se intensificó. Aumentaron las embarcaciones de rastreo y algunas lanchas exploraron las playas cercanas a Chorrillos para encontrar los cadáveres. Solo se logró hallar algunos fragmentos del avión en la playa de Magdalena.

El 10 de enero de 1945, el vicepresidente de Panagra, J.T. Shannon, confirmó que el avión se había estrellado en el mar, y que la profundidad del océano y las corrientes marinas del lugar habían destrozado completamente la nave. Se descartó también que en el vuelo hubiera gente extraña, ya que el estricto control de acceso de la organización lo hacía imposible.

Nunca se supo los motivos que llevaron a los dos mecánicos de Panagra a robar la nave y realizar el vuelo. Tampoco se encontraron sus cuerpos en el mar. Solo se conoció que, en un momento de locura, ambos terminaron en el fondo del mar hace más de 70 años.

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