Evidentemente como los pasivos de la empresa exceden sus activos, el Gobierno tendría que asumir parte de la deuda para evitar un incumplimiento de pago de dichas obligaciones, y así evitar que afecte nuestro riesgo país, dijo Morris (FOTO:GEC)
Evidentemente como los pasivos de la empresa exceden sus activos, el Gobierno tendría que asumir parte de la deuda para evitar un incumplimiento de pago de dichas obligaciones, y así evitar que afecte nuestro riesgo país, dijo Morris (FOTO:GEC)

Difícil no escribir sobre después de todo lo que viene pasando con la empresa. El incendio en la nueva refinería la semana pasada, la decisión del Gobierno de otorgarle en administración varios pozos petroleros para su explotación, aunque ahora solo de manera transitoria, y el pedido de un apoyo financiero al Gobierno de alrededor de S/10,000 millones en aportes de capital y refinanciación de deudas, claramente ameritan otro artículo sobre la empresa.

En artículos en julio y octubre del año pasado puse en duda la capacidad de Petroperú de servir sus deudas, incluyendo los apoyos financieros que el Gobierno le otorgó en mayo y luego en septiembre de dicho año para ayudarla a pagar deudas y para evitar un desabastecimiento de combustibles en el país. No me equivoqué.

Es evidente que la situación se ha agravado desde entonces, como muestra la reciente solicitud de recursos. La empresa contrató a la consultora Arthur Little para que prepare un Plan de Reestructuración el cual fue aprobado por el directorio de la entidad a fines de julio. Lamentablemente, dicho plan nunca se hizo público, más allá de lo que Petroperú quiso informar, por lo que solo hay poca transparencia sobre la situación real de sus problemas operativos y financieros.

La empresa llegó al punto de no retorno donde requiere cirugía mayor para sobrevivir. La actual dirección de Petroperú no tiene la capacidad de proponerla y mucho menos implementarla. Cuando el valor de los pasivos de una empresa supera el de sus activos, la empresa para efectos prácticos está quebrada, más aún si ya no tiene la liquidez para enfrentar sus obligaciones de corto plazo. Esa es la situación actual de Petroperú. Por ello recurre constantemente a su único accionista, el Gobierno, que ahora está en la encrucijada entre seguir alimentando este barril sin fondo o tomar decisiones drásticas sobre qué hacer con ella.

El MEF tiene la responsabilidad de que se tomen las acciones requeridas en la empresa para evitar que esta sangría continué. No basta con ponerse de costado y decir que no puede seguir apoyándola porque no hay recursos en el presupuesto (lo que es cierto). Tiene que plantear una reestructuración real de la empresa, redefiniendo sus funciones y vendiendo activos, para reducir la deuda.

Evidentemente como los pasivos de la empresa exceden sus activos, el Gobierno tendría que asumir parte de la deuda para evitar un incumplimiento de pago de dichas obligaciones, y así evitar que afecte nuestro riesgo país. No nos distraigamos con el incendio o con los pozos petroleros, los problemas son más serios como indican el último informe de S&P y los recientes resultados financieros no auditados que muestran pérdidas netas de US$222 millones en el segundo trimestre y un déficit de capital de trabajo de más de US$1,300 millones. ¿Dónde están los adultos que tienen que poner orden en la casa?

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