Alianza Lima pasa por uno de sus peores momentos. (Trome)
Alianza Lima pasa por uno de sus peores momentos. (Trome)

Redacción PERÚ21

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es un sentimiento que le duele al que lo quiere. Goleadas en contra, equipo sin fútbol, técnico sin respuesta y barristas matones. Los colores blanco y azul son hoy objeto de burlas, chistes en Internet y enlaces en vivo de noticieros debido a la violencia.

Buscar culpables del momento no es difícil, lo complicado es que alguien acepte su responsabilidad. En la cancha, el equipo fue un remedo ante Huracán. George Forsyth lució nervioso y un capitán no puede darse ese lujo. Guizasola es más chistoso que productivo y la zaga central fue un manojo de nervios, que quedó retratado en el segundo gol.

Párrafo aparte para Miguel Araujo, que en el tercer gol demostró lo inocente que puede ser. El once blanquiazul parece perdido: juega a los costados y centra cuanta pelota tiene en sus pies. Además, cuando se siente en desventaja pegan todos, hasta Mauro Guevgeozián.

Cueva es un jugador de campeonato local. Que no se piense que la salida de Walter Ibañez trajo abajo al equipo, porque con él los íntimos perdieron 4-1 con Libertad en la Copa Libertadores de 2012. La culpa pasa también por el poco esfuerzo y amor propio hasta para luchar una pelota.

La responsabilidad de es clara en dos aspectos: la formación del plantel y cómo lo utiliza. El técnico aceptó que Mimbela, Costa y Cedrón se pongan la camiseta sabiendo que ninguno llega a los tobillos de un volante creativo regular, algo básico para una Copa Libertadores.

Para colmo, demostró ser poco estudioso de los rivales y no mandó marca especial sobre el único jugador distinto de Huracán: Patricio Toranzo. Además, el DT insistió con el miedoso sistema de tres mediocampistas detrás de un delantero.

Alianza Lima no es el Bayern Múnich –que tiene a Robben y Ribéry– ni el Chelsea –que cuenta con Hazard y Oscar– para alinear un 4-2-3-1. Los títulos de Alianza de 1997, 2001, 2003, 2004 y 2006 y la regular Copa Libertadores que hizo en 2010 los consiguió con dos delanteros. Recordemos: con dos delanteros y no con un solo punta.

Alianza Lima tiene un sistema cobarde, que proviene de un técnico que en su tiempo fue defensa y no se ha despegado de su esencia. Finalmente, el barrista. El que canta y alienta tiene derecho a reclamar, pero la violencia solo agranda el infierno.

Es condenable la actitud de Miguel Araujo por pegarle a un tipo que insulta. También fue estúpida la acción de los barristas que en 2014 arrojaron bengalas, hicieron sancionar al club y permitieron que Huracán jugara como en su casa, sin presión y en silencio.

Bajo las reglas de los propios barristas deberían pegarse ellos mismos entonces. Alianza Lima es un desastre, un tipo de sentimiento doloroso en cuidados intensivos.

Por Carlos Bernuy