Diana Quijano vuelve al Perú después de 30 años. (Foto: Martin Pauca).
Diana Quijano vuelve al Perú después de 30 años. (Foto: Martin Pauca).

Tiene cinco libros. Escritos, pero no publicados. Están apilados en algún lugar. Esperando. En sus páginas se lee sobre mejorar, hacia dónde se proyecta, textos en positivo. Páginas consigo misma. “Es un tiempo para mí, fuera de todo, como volver a mi centro”, dice sobre un hábito que nació a raíz del cáncer que tuvo. Como ella dice, escribe para dejar el drama y resolver.

, resuelta, ha vuelto al Perú después de 30 años, cuando partió para radicar en México. Y lo hace como protagonista de la obra de teatro La doctora, de Robert Icke y dirigida por Urpi Gibbons. Las funciones son de martes a sábado, a las 8 p.m.; y domingo, a las 7 p.m., en el teatro La Plaza de Larcomar, en Miraflores. “La obra no toma partido, solamente expone las complicaciones que tenemos como sociedad y lo difícil que es satisfacer a todos”, explica.

Tiene pasaje de regreso a México, aunque le gustaría quedarse en el Perú. Pero dice: “Yo estoy donde tenga trabajo”. Es que su casa es su país.

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¿Cómo te recibió el Perú?

Estoy en Perú desde el 6 de octubre del año pasado. Feliz de la vida. Pero la adaptación es como si estuviera en un país extranjero, porque 30 años son 30 años. No es el mismo país que yo dejé, por eso digo que es como un país extranjero.

De octubre a la fecha, ¿te sientes aún extranjera?

Bueno, siempre me he sentido extranjera en el Perú.

¿Por qué?

Pertenezco a donde estoy. Trato de hacer mi hogar donde me encuentre. Por eso prefiero concentrarme en mi casa, en mis plantas y en mis animales. Pero siempre me he sentido extranjera, somos minoría en un país vasto de pluralidad de razas.

Esta obra, La doctora, cuestiona absolutos y sentirte extranjera es relativizar absolutos como los nacionalismos.

Yo pienso que la verdad tiene dos lados, a veces tres, a veces cuatro, pero tiene más de un lado. Entonces, hay que escuchar todos los lados para sacar una conclusión, y esta tampoco será verdadera, será de acuerdo a la percepción que uno tenga.

Diana Quijano. (Foto: Martin Pauca).
Diana Quijano. (Foto: Martin Pauca).

¿Hay que enfrentar los absolutismos?

Hay que enfrentarlos, porque lo absoluto no debería existir, porque somos como el agua, nos movemos por todos lados y donde hay grietas, ahí entra el agua y el absolutismo no funciona, porque no te deja entender a la otra persona, no te deja tener un espacio de duda.

Hoy estamos invadidos de absolutismos: en guerras, presidentes, hasta de usuarios de redes sociales.

Estamos en un momento en que la gente ya no quiere pensar, quiere que le solucionen las cosas; y si un títere viene y te dice lo que quieres escuchar, sigues a ese títere sin cuestionarlo y le crees sin investigar.

¿Si te sientes extranjera, es porque siempre estás buscando algo?

Yo estoy contenta donde tenga trabajo.

Eres pragmática entonces.

Si quieres ponerle un título, soy así.

¿Un actor se permite ser pragmático?

Un actor no puede ser actor si no tiene trabajo. Y en esa época (hace 30 años cuando dejó el Perú), yo no veía mucho futuro y me fui.

Si hablamos de ir en contra de absolutismos, ¿qué te cuestionas de ti?

Siempre hay un margen para cambiar. Yo siempre vuelvo a mi refugio: a mi casita, a mis plantas, a mis gatos. Y sí, digo: debería salir más seguido. Uno siempre debe tener un pedacito para ceder y probar diferentes cosas.

¿Te cuesta socializar?

(Se queda en silencio). Sí…

¿Por qué?

Porque siempre ando pensando en la inmortalidad del mosquito (risas). Soy muy distraída, eso me pasaba desde chiquita.

Diana Quijano. (Foto: Martin Pauca).
Diana Quijano. (Foto: Martin Pauca).

¿Por eso te hiciste actriz?

Mira, yo tengo recuerdos que toda la vida he querido ser actriz. Mi mamá me decía “quieres ser payaso”. Mi papá me apoyó mucho. Y después, mi mamá comenzó a tomarme en serio.

¿No te cuestionas el ser actriz?

Todo el tiempo, pero ya ha pasado tanto tiempo y qué más puedo hacer (ríe).

Crear un emprendimiento de plantas o escribir un libro.

Escribo todas las mañanas. Tengo mi taller de joyería. Y coso. Al comienzo pagaba mis cosas con joyería. Pero no soy buena vendiendo mis cosas. He regalado mucho, porque siempre me gusta expresar mi gratitud y mi cariño por las personas… Por eso te digo que los títulos no funcionan porque somos muchas cosas en realidad. Como dice mi personaje (en La doctora), no me interesan las etiquetas.

¿Si no hubieras sido actriz, qué serías?

Yo quería ser restauradora de cuadros de la escuela cusqueña, pero los solventes me hacían daño. Y bueno, el camino me estaba diciendo que tenía que ser actriz. Vamos a ser actriz.

¿Pero en el ser actriz también hay una artesanía?

Claro, existe una artesanía de emociones, de relaciones y también conducida por el autor. Lo más emocionante es descubrir dónde quiere llegar ese autor, qué quiere expresar. El teatro te permite salirte de ti, de tus rollos, de cómo enfrentas los problemas, y enfrentar los problemas como el personaje.

¿El teatro es quizás el espacio donde se aplica más la artesanía como actor?

El teatro te enseña a seguir actuando… El teatro te enseña, la televisión te da de comer y el cine te da el glamour (sonríe).

AUTOFICHA:

-“Soy Diana María Quijano Valdivieso. Tengo 61 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y estudié hotelería, pero no terminé; sí terminé secretariado, aunque no ejercí. Y llevé talleres de actuación porque no me aceptaron en el TUC, porque ya trabajaba en televisión”.

-“Las reglas del TUC eran no haber hecho nada en el medio antes de entrar, y yo trabajo desde los 16 años. Cuando me preguntan cuál es el personaje que más te gustó interpretar, respondo ‘el que estoy haciendo’, porque es el que ocupa el 100% de mi atención”.

-“En La doctora todos tienen una agenda, todos tiran para su lado y esta señora todo el tiempo dice que ‘somos un equipo’ y es la única mujer en el comité ejecutivo; entonces, esos hombres se la quieren tumbar porque no soportan que sea una mujer y que los aleccione. Y su meta es curar la demencia”.

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