Dante Valdez es un músico arequipeño que se formó en Rusia.
Dante Valdez es un músico arequipeño que se formó en Rusia.

Esperanza es una palabra que suena desde que tenía 8 años de edad, cuando compuso su primera y le dio ese nombre inspirado en un poema de su padre que lo escribió pensando en su hijo. Doce años más tarde, creó una obra que se llamó “Esperanza andina” y, tiempo después, esa canción de infancia se convirtió en el séptimo movimiento de su cantata “Los años doblados”, con la que ganó un premio mundial de música contemporánea en Rusia. Y en abril último, estrenó su ópera “El cóndor pasa esperanza andina”. El acto fue en Nueva York con la Orquesta Sinfónica de Naciones Unidas.

Su madre falleció cuando él tenía 5 años. Un año después ya estudiaba a Bach, Mozart, Beethoven. Luego de una pausa entregada a la literatura, a los 15 años acabó el colegio y quiso volver a la música. Pidió ayuda a un sacerdote que también era profesor. A cambio de sus enseñanzas, todos los días debía llevar a la iglesia un coral (obra para voces) diferente y cantar en dos misas. Se amanecía para cumplir con el encargo. Rutina que duró de dos a tres años. Una gimnasia que, de alguna forma, lo llevó a estudiar en el Conservatorio de San Petersburgo en Rusia y a dirigir la Orquesta Sinfónica de San Petersburgo, la Orquesta de la Radio Nacional de Bulgaria, la Filarmónica de Calcuta en India, la Filarmónica de México, entre otras.

Viste un sombrero negro redondo y un saco largo gris que lo protege del invierno limeño. Es sobrio y prudente en su trato, y así también camina mientras vamos a la Universidad Nacional de Música, donde enseña. “El arte es orden”, sentencia Dante Valdez, el autor arequipeño de voz armoniosa y pausada.

-¿Cómo nace su relación con “El cóndor pasa”?
“El cóndor pasa” es un símbolo para el Perú. Más que esa pieza, lo que nace conmigo es la relación con los instrumentos autóctonos, andinos. La zampoña me interesó mucho. Un día fui a la catedral de Arequipa y vi el órgano, era una cosa tremenda con tubos, que funcionaba a través de aire con unos pedales. Pensé que la zampoña era como un órgano pero al revés. Yo decía que si Bach hubiera conocido la zampoña, de repente habría hecho muchas obras para ella. Desde muy joven me planteé lograr que la música del Perú pueda ser tocada en el mundo y que los instrumentos andinos puedan llegar al nivel de los instrumentos universales. Y el cóndor como símbolo significa integración, paz y esperanza. Por eso esta obra se llama “El cóndor pasa esperanza andina”.

-Ese cóndor pasó por Nueva York.
Hay que aclarar algo. “El cóndor pasa esperanza andina” es una obra inédita. Pero en la última parte quise rendir homenaje a la persona que hizo la zarzuela “El cóndor pasa”, que fue Daniel Alomía Robles. Pero, en mi obra, el cóndor representa la paz y este se enfrenta al saqra (aquella deidad maligna).

Dante Valdez
Dante Valdez

-Se suele asociar al músico con el relajo o hasta con una falta de método. Pero su formación contradice ese prejuicio. ¿Cuánto es talento y cuánto es trabajo en la música?
Hay una frase genial de Igor Stravinsky, quien fue muy amigo de mi maestro de composición en Rusia: “Para una obra se necesita 10% de inspiración y 90% de transpiración”. Y esa es la verdad. Sobre todo en el arte, la única manera (de avanzar) es la disciplina y el estudio permanente. Se cree que el arte es solo abstracto. Se cree que el violinista o pianista tiene mucha inspiración y por eso toca. Y no es así. Cuando un músico escucha la música, esta debe entrar por el corazón, después debe ir al cerebro para ordenar todo y luego vuelve al corazón, y de ahí recién sale para ser interpretado. Cuando se dice que alguien tiene talento, es porque logró hacer este proceso. Cuando decimos “toca bien, pero es muy frío”, es porque se quedó en el cerebro. Otros se quedan en el corazón y ahí simplemente no hay nada, porque es un desorden y no es arte. El arte necesita tener un inicio y una llegada. El arte que no tiene llegada es incompleto. El arte que no empieza no es arte.

¿En ese esquema no se pierde la espontaneidad?
El inicio no siempre es el punto de partida, sino puede estar en el momento climático de la obra.

-Después de haber pasado por varias orquestas en el mundo, llegó al Perú, ¿y qué encontró?
Hay tanto talento que, lamentablemente, está desordenado, porque todavía no existe el orden de una academia que permita que los niños empiecen a trabajar de una manera correcta para llegar al nivel más alto. Hay esfuerzos aislados. Esto tiene que ser una política de Estado. Por ejemplo, no tenemos una escuela de dirección sinfónica.

En ese sentido, ¿cuál es la pretensión de “El cóndor pasa esperanza andina”?
En el plano composicional, es lograr que los instrumentos andinos puedan entrar a una orquesta sinfónica. Ya lo hice en Nueva York. Lo otro es la temática, en este caso: la migración, que es algo mundial.

¿Qué nos dice esa temática en este tiempo de migración venezolana al Perú?
Cada persona tiene un hábitat donde desarrollarse. Por ejemplo, hay gente del Ande que viene creyendo que puede solucionar sus problemas aquí. No es cierto que la ciudad soluciona todos tus problemas. Estrenar “El cóndor pasa esperanza andina” con la orquesta más cosmopolita del mundo, como lo es la Sinfónica de Naciones Unidas, que tiene más de cuarenta nacionalidades en su formación, da un mensaje: la forma más eficaz de integrar al mundo es la música, porque es un lenguaje universal.

¿Cuán alto quiere volar?
Los artistas tratan de avanzar y subir a lo más grande. Pero todos coinciden en que la meca es Nueva York. He tenido la suerte de haber llegado ahí. Pero ahora queremos que nuestro país lo sepa y que el Perú acepte la propuesta de las Naciones Unidas de grabar esta obra, que se hagan discos y que estos ayuden a diferentes obras benéficas en el mundo. Eso le corresponde al Perú. El cóndor debe volar por los cincos continentes.

Dante Valdez
Dante Valdez

AUTOFICHA:
-“Nací en Arequipa. Tengo 54 años, estudié en el colegio La Salle. También estuve en la escuela de música Duncker Lavalle y seguí Derecho en la Universidad de San Agustín, donde, como Tchaikovsky, me quedé en cuarto año, porque a los 19 años ingresé como profesor en Artes en la misma universidad”.

-“Posteriormente, conseguí la beca para ir a estudiar a Rusia. Tengo cuatro discos, dos hechos con la Filarmónica de Bulgaria: Arequipa y el cóndor y Volcán y mar, donde se hace música peruana y está incluida la versión sinfónica del himno nacional del Perú”.

-“Tengo otro disco que es Paco Yunque, hecho con una orquesta rusa. Y el otro álbum es Música de las Américas con mi orquesta en el Perú. Actualmente, enseño, en la Universidad Nacional de Música, Composición y Dirección Sinfónica. El disco de ‘El cóndor pasa esperanza andina’ espero que salga este año”.