Camilo Torres dictará un taller sobre Jorge Luis Borges. (Foto: Javier Zapata).
Camilo Torres dictará un taller sobre Jorge Luis Borges. (Foto: Javier Zapata).
Camilo Torres: “Leer a un gran escritor nos convierte en mejores lectores” [entrevista completa]

Todavía lo recuerda. Despertó y caminó a la esquina de su casa, una calle cercana al óvalo Balta. “La zona pobre de Barranco”, precisa. Y en el puesto de periódicos todos decían lo mismo: “Murió Borges”. Con 15 años de edad, el adolescente que empezó leyendo a Homero a los ocho años ya había leído al escritor argentino . Aquella mañana compró un ejemplar de cada diario.

“Borges es el mayor escritor en nuestro idioma desde Cervantes”, sentencia Camilo Torres. Formado en filosofía y literatura, es escritor, docente y columnista de Perú21. Conocimientos que los pone en marcha en un próximo taller que alista, uno sobre cómo aprender a leer a Borges. Empieza el jueves 4 de abril, de 7 a 9 p.m. Serán seis sesiones virtuales. Inscripciones al número 953502176.

Otra muerte que lo impactó fue la de Hugo Pratt, el prominente autor italiano, creador del Corto Maltés. Viajó a Chile con el único objetivo de completar su colección. Cuando fue intervenido por carabineros, dio sus razones. No creyeron que solo haya ido a comprar cómics. Regresó a Lima, además, con la dirección personal de Pratt, pero cuando pisó suelo peruano, se enteró de su muerte, aquel día de 1995. Casi lleva luto. La considera su primera pérdida personal. “Es verdad”, enfatiza por si quedaron dudas.

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Aprender a leer es un acto de la infancia. ¿Cómo hacerlo ya en la adultez, en este caso con obras literarias?

Tienes razón cuando te refieres a la condición infantil que uno tiene cuando empieza el aprendizaje de un gran escritor.

Y quizás ese sea el problema; es decir, tememos volver a ser aquel niño que no sabe.

Es uno de dos aspectos esenciales. El otro es la ausencia de lo que los griegos llamaban un paidagogo (pedagogo), que orienta al infante.

Y muchas veces cuesta, por orgullo o vergüenza, ir donde alguien que nos enseñe.

Y en el caso del Perú, tenemos un problema adicional, un problema de carácter social: no tenemos sistemas educativos solventes, no tenemos profesores ni infraestructura ni gente que nos pueda estimular y orientar sobre cómo aprender este idioma. Si quieres aprender inglés, sí hay academias; menos academias hay para estudiar francés. ¿Y qué pasa si quieres mejorar tu español?, ¿qué pasa si quieres aprender gramática y corregir tus errores ortográficos? Dicho sea de paso, una buena manera de mejorar el español es la lectura de los mejores autores en nuestro idioma.

Entonces, ¿qué hace un lector que no pasó de la página 10 de algún libro de Borges o Vargas Llosa?

Un buen profesor te enseñaría, te invitaría a ingresar en el mundo de los referentes de estos autores. En el caso de Borges, por ejemplo, sugiero aspirar a cierto grado de claridad. Primero, en términos léxicos, en un sentido muy básico, comprender el castellano de Borges. Y también las referencias que él hace de carácter histórico, literario, filosófico e, incluso, teológico. Una vez que uno comprende eso, de algún modo se acerca con más amabilidad al texto. Ahí se puede producir el encuentro entre el texto y el lector, y sobre todo se produce el goce, que es el primer objetivo en una obra literaria. Leer a un gran escritor nos convierte en mejores lectores y, si queremos, también en mejores escritores.

Quienes no pueden acudir a un taller, ¿lo aconsejable sería empezar por la obra más ‘sencilla’ del autor?

Es una pregunta difícil, porque sin un profesor es difícil aprender un idioma. T.S. Eliot decía que había dos maneras de entrar en esto: lanzándose a la piscina directamente; por ejemplo, agarra La divina comedia de Dante Alighieri y lee sin preocuparte mucho por conocer todos los referentes, y después los vas descubriendo. El segundo camino es recurrir a una información enciclopédica si quieres, para poder comprender, en este caso, a Dante. Pero no hay que perder de vista lo que decía Borges, que él era un lector hedónico, que nunca había leído un texto por obligación, sino siempre por placer.

¿Pero leer también no es una gimnasia? Y la gimnasia no siempre es placentera, es dolorosa, hay un rigor. Y como tú dices, es como aprender un idioma; y aprender un idioma no es un paraíso.

Y es conveniente, por distintos motivos, ser selectivos con nuestras lecturas. Nos resulta mucho más económico, en términos de tiempo, esfuerzo y dinero, acudir a los clásicos, antiguos y modernos.

A veces leemos pensando que lo único que importa son las historias e ideas, sin duda que importan, pero si entendiéramos las formas, el cómo lo dice, descubriríamos un placer más.

Diría que es el principal placer. Sin el cómo estamos hablando de la comunicación de un mensaje que podría hacerse de una manera muy plana. El cómo va a permitir que esa comunicación se convierta en obra de arte. Por eso en uno de los personajes de Dante se refiere a un poeta de su época como el mejor orfebre del idioma.

¿Borges qué representa?

Es una excelente puerta para llegar a decenas de otros autores en español, en inglés, en francés, en alemán y a clásicos grecolatinos y medievales. Y su propia obra es uno de los mayores placeres que uno puede conocer en nuestra lengua.

Las lecturas llegaron a ti por un padrino y un tío. Tu entorno familiar más cercano no era el óptimo. ¿Los libros han sido como casas?

Fueron mi principal hogar, donde pude vivir y a veces sobrevivir. A los 10 años empecé a trabajar en la calle, vendiendo libros en el suelo.

AUTOFICHA:

-“Soy Camilo Arquímedes Torres Silva. Mi madre, que solo llegó al segundo de primaria y lo repitió, estaba convencida de que Camilo era nombre solo de loro. Y mi padre, que era afiliado al comunismo, soñaba con tener un hijo para bautizarlo como el sacerdote guerrillero”.

-“Mi madre pidió que, al menos, me pongan como segundo nombre el de mi padre: Arquímedes, porque ella tuvo un loro llamado Camilo y que, además, murió de forma trágica (ríe). Por cierto, he estudiado latín y griego de manera introductoria”.

-“Tengo 54 años. Ingresé a Filosofía en San Marcos, pero me formé en Católica como alumno libre. En Nueva York llegué a estudiar un doctorado en literatura. Ahora me dedico a la docencia, he enseñado en la Católica, en la Ruiz de Montoya. Tengo poemas, ensayos y un volumen de relatos inéditos”.


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