"Es muy poco probable que un profesor no tenga una enorme vocación. Son personas con un corazón absorbido por sus ganas de ser docentes”.
"Es muy poco probable que un profesor no tenga una enorme vocación. Son personas con un corazón absorbido por sus ganas de ser docentes”.

Desde que salió de la universidad, sabía que quería dedicar su trabajo al desarrollo del país. Aldo pensó en hacer labores de responsabilidad social hasta que se topó con . Cuando recuerda su primera conversación con el cofundador de la organización e intenta definir lo que sintió, se queda unos segundos en silencio y luego empieza.

¿Qué es Enseña Perú?
Enseña Perú es una organización social cuyo sueño es contribuir a la construcción de un movimiento nacional por la educación. Lo que hacemos todos los días es tratar de conectar personas con este gran sueño: tener el país que todos merecemos, con una educación que les permita a todos los ciudadanos cumplir sus metas. 

¿Cuál es el trabajo que hacen para alcanzar ese objetivo?
A través de un programa de liderazgo que dura dos años. Le ofrecemos la oportunidad a profesionales de cualquier carrera a ser profesores por dos años en zonas donde más haga falta, donde la cantidad de docentes –ya sea por la lejanía o por la ruralidad– es escasa. Ahí uno o dos profesores más pueden incrementar la calidad educativa y ampliar el servicio en sus escuelas. Pero la idea principal es crear una experiencia de beneficio para toda la comunidad: para el estudiante, el profesional de Enseña Perú que va, para el docente local y los directores. Esta fuerza combinada está orientada a tener nuevas miradas, nueva energía y mucho compromiso. También tenemos un programa llamado ‘Qué maestro’, que intenta crear esta experiencia de liderazgo profunda, transformacional en el docente y el director público. 

¿Cuáles son las mayores dificultades que han identificado en el proceso?
Que los resultados de los alumnos son, en realidad, síntomas del problema. Hicimos un diagnóstico en unas escuelas en La Libertad e identificamos cuatro en las que, a pesar de que están muy cerca, a 15 minutos caminando, sus profesores se conocen poco o no se conocen, pese a que incluso comparten el mismo transporte. En Finlandia, por ejemplo, una de las cosas que más sucede es que sus profesores se juntan todo el tiempo a discutir, a conversar, a proponer. Recogen la mirada de expertos, de padres, de estudiantes, para proponer cambios, ya sea en macro –en lo político– o en micro –en cada escuela–. Esa colaboración no se puede ni siquiera soñar si la gente no se habla y no confía en el otro. 

¿Cuál es el problema con la formación de profesores?
Si tú le preguntas a los mejores estudiantes de las mejores escuelas del país si quieren ser docentes, es poco probable que digan que sí, menos aun, docentes públicos. Y si quieren serlo, sus papás no los van a apoyar. Hemos diseñado un país que no valora lo suficiente al docente. Y esto tiene efectos en el sistema. 

¿Y en cuanto al rol del Estado?
Vemos un problema de continuidad política. En los últimos dos años hubo cuatro ministros. En los últimos 60 años hubo 54 ministros, esto es menos de un año y dos meses por ministro. Es imposible hacer política pública sin continuidad. Entonces, todos estos problemas tienen que ver con cómo el país mira la educación. Por eso nuestra respuesta a eso es construir un movimiento de personas que estén dispuestas a trabajar juntas. 

¿Cuál es la lección más importante que han aprendido?
Hemos aprendido que es muy poco probable que un profesor no tenga una enorme vocación. Lo que tú encuentras a 4,000 metros de altura o en la selva son personas con un corazón absorbido por sus ganas de ser docentes. Pero lo que también encuentras, son 30 o 35 años de diferentes desaciertos en política y sociedades que no han reconocido al docente como deberían. Muchos de los profesores no se sienten reconocidos por el trabajo que hacen y están naturalmente a la defensiva. 

¿Qué debemos hacer para revertir esta situación?
El país tiene una enorme deuda con lo rural, que tiene cifras sombrías respecto a niveles de desarrollo; si las comparas con las zonas urbanas, la inequidad es abrumante. Específicamente, en educación, lo que se puede ver es que las escuelas que tienen la peor performance son todas rurales. Y esto no es para nada un indicador de la capacidad de los alumnos, porque hemos comprobado en la cancha que ellos tienen absolutamente todo el potencial para alcanzar los mejores resultados del país.

Entonces hay que trabajar en desarrollar ese potencial.
El sistema no ha resuelto cosas sencillas como la dispersión, transporte, geografía. Lo diseñado no responde a las realidades de los periodos de siembra y cosecha, de subida y bajada del río, etc. 

Este martes habrá una nueva cena de gala organizada por Enseña Perú. ¿Cuénteme un poco sobre esta actividad?
Es una tradición bien bonita. Esta es la cena número 10, mientras que Enseña Perú cumple 9 años de operaciones. Se propuso esta cena como un primer espacio donde el sector privado y el educativo se encontraron y nos ayudó a conseguir los primeros fondos para Enseña Perú. Cada año vienen alrededor de 350 y 500 invitados entre empresarios, líderes de opinión y aliados del sector público. Este año nos acompañan en el ministro de Educación, de Energía y Minas y otros especialistas del sector. Ahora estamos en once regiones del Perú, pero nos encantaría estar en más. Gracias a la cena de gala del año pasado logramos entrar a Amazonas, que era un sueño para nosotros. Ahora esperamos que con la cena de este año podamos entrar a Huancavelica, que es el otro gran pendiente. 

¿Es clave la educación para un cambio en el país?
Absolutamente. Hay cifras del último índice de ciudadanía donde más del 70% de estudiantes hoy justificaría una dictadura si le aseguran vivienda y seguridad. El rol de la escuela es urgente en ese sentido. La ciudadanía es un ejercicio en la realidad, no un ejercicio abstracto.