La primera vez que conversé con Alberto Suárez fue en Iquitos durante el Festival de la Tortuga de Agua Dulce, un programa de repoblamiento de tortugas taricayas donde la empresa privada, la población y el Estado sumaron fuerzas para rescatar una especie que estuvo en peligro de extinción. Alberto es español y gerente global de Sostenibilidad de Grupo AJE. Durante ese viaje contó cómo nos podemos sumar a causas importantes como la protección de nuestra Amazonía. Cuando lo escuchaba, de alguna manera, sentía que lo conocía de algún lado. Después de preguntar, pude averiguar que fue el conductor de un antiguo programa de televisión en los primeros años de la década del 2000; se llamaba Te quiero verde y en él hablaba sobre conservación del medio ambiente de una forma didáctica y entretenida.

Antes de llegar al Perú, vivió de la música por muchos años tocando por toda España. Curiosamente, su especialidad era la música latinoamericana. Me cuenta que, cuando llegó a Lima, le decían “el españolito” y, en medio de una reunión familiar con su esposa Elena Romero, sorprendió a todos tocando valses criollos como “Olga” o “Cuando llora mi guitarra”. “También puedo tocar joropos venezolanos, cumbias, cuecas chilenas, pasillos ecuatorianos, boleros”, me dice.

Hoy trabaja con la marca Bio Amayu, que contribuye a la conservación y uso sostenible de más de 110 mil hectáreas de bosque amazónico comprando frutos directamente a más de 150 familias. Recientemente, Bio Amayu recibió el certificado Climate Positive, que corrobora que sus bebidas generan un impacto positivo ambiental y climático. Conversamos con él sobre su relación con el Perú y cómo los negocios deben mirar el desarrollo sostenible con mayor urgencia.

Llegaste hace casi 30 años al Perú. ¿Cómo nace tu relación con el país?

Llegué al Perú en noviembre del 93. Vine con mi esposa, Elena Romero (la hermana del cantante y presentador de TV Raúl Romero). Ella recibió una oferta muy buena para trabajar en televisión, de ahí nace De 2 a 4. Mis primeros años los pasé tocando y produciendo como músico, también fui manager de Los Nosequién y los Nosecuántos. En el año 2000, decidí darle un espacio a mi otra vocación, la de conservacionista, porque en España conocí la potencia biodiversa del Perú, pero, una vez aquí, con los viajes, la constaté. Y pensé que se podían hacer cosas interesantes para conservarla.

¿Ahí es donde aparece tu programa de televisión? ¿Cómo nace el proyecto?

Había tenido un acercamiento a los canales de televisión por el programa de Elena; yo la acompañaba casi todos los días y capté un poco cómo era la producción, las ventas y todo eso. Pensé que podía armar un programa de televisión sobre conservación y medio ambiente, tuve el apoyo de la cooperación internacional, confiaron en la locura y así nació Te quiero verde. Luego también estuve en la radio y ya en 2015 Jorge López-Dóriga, director global de Comunicaciones y Sostenibilidad del grupo AJE, me fichó para trabajar en el área de sostenibilidad del grupo que recién había sido creada.

La palabra ‘sostenibilidad’ con los años ha ganado importancia. Antes parecía una moda, ahora parece un tema urgente.

Yo diría que ha pasado de urgente a necesaria. La humanidad se da cuenta de que no puede seguir así relativamente hace poco. En los años 80, en un libro que se llama Nuestro futuro común, alguien dijo: “Me parece que, si seguimos consumiendo así, no tenemos futuro para todo esto y nos quedamos sin recursos”. Ahí aparece el término del desarrollo sostenible.

Hay muchos directivos de empresas o hasta representantes del Estado a los que aún les cuesta ‘cambiar el chip’ sobre este tema. ¿Por qué crees que pasa eso?

Puede haber un error inicial de que, si me hago sostenible, tengo que asumir más costos. Alguien puede pensar que esa es una inversión que no le interesa, pero, dado como está el panorama, es casi irreversible. Poco a poco ya se están sumando más multinacionales a este tema. Más que un movimiento, es una necesidad. Hace 20 o 10 años daba igual, hoy ya no porque las señales de la madre tierra son tan evidentes que no puedes ir en contra.

Puede ser una pregunta muy básica, pero siento que a veces se nos olvida. ¿Por qué es importante cuidar nuestra biodiversidad?

Porque es la base de la existencia humana. Podemos verlo también desde la economía; nuestra economía se basa en un clima estable; en cuanto ese clima empieza a generar caos, la misma economía se empieza a tambalear y si la economía tambalea, todo viene en cascada. La biodiversidad mantiene la alimentación de miles de millones de personas. Y también es importante para la estabilidad de nuestra subsistencia, porque, cuando tú quitas una especie de esa red ecosistémica, puedes tener consecuencias irreversibles. Se resume en que la naturaleza puede vivir perfectamente sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin la naturaleza.

¿Cómo logran en AJE el desarrollo de la empresa con una mirada sostenible?

Todo esto no habría podido ser realidad sin el apoyo de la familia Añaños, que es el consejo consultivo del grupo. Ellos han apoyado y apoyan este sueño permanentemente. Desde el primer momento dijimos que había que hacer las cosas de manera consecuente, construir una realidad sostenible. Lo maravilloso de nuestros jugos y ahora de nuestros shots es que es una realidad; es algo concreto y nuestros productos se convierten en embajadores de la sostenibilidad y la gente poco a poco se da cuenta.

AUTOFICHA:

- “Soy Alberto Suárez. Español de nacimiento, peruano de adopción, llegué en 1993. Creo que una de las misiones que tengo es apoyar todos los esfuerzos que sean posibles para conservar la biodiversidad, hacer todo lo posible para mitigar el cambio climático”.

- “Soy músico de profesión, es una de las vocaciones que tengo. Pienso que el arte, si te acompaña durante tu vida, te da una motivación y, a la vez, te otorga un carácter diferente; y estoy muy contento de haber podido lograr eso durante esta vida”.

- “El grupo AJE es una multilatina que nos está dando la oportunidad para desarrollar esta revolución natural, cuyo único objetivo es ayudar a nuestra madre tierra, que es nuestra accionista de la compañía y la madre más importante que tenemos. Sin madre tierra sana, tampoco podemos estar sanos”.

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