La ganadora del Premio Nacional de Literatura en Cuento el 2017 se estrena en el género novelístico con "Tiene que haber otro final". (Foto: Mauricio Chereque / GEC)
La ganadora del Premio Nacional de Literatura en Cuento el 2017 se estrena en el género novelístico con "Tiene que haber otro final". (Foto: Mauricio Chereque / GEC)

La escritora Susanne Noltenius presentó en julio su primera novela “Tiene que haber otro final” (Planeta, 2019). El libro narra la historia de Marianne y Sergio y un romance que nunca pudo concretarse hasta que la vida les presenta una oportunidad impensada.

Tras dos exitosos libros de cuentos “Crisis respiratoria” (Estruendomudo 2007) y “Tres mujeres” (Animal de Invierno 2015) — este último galardonado con el Premio Nacional de Literatura el 2017 — la narradora peruana se estrena en el género novelístico con una historia que retoma temas como el agobio de la rutina y profundiza en otros como las crisis en el entorno familiar y en las relaciones sentimentales. Conversamos con ella al respecto.

Esta es su primera novela, después de dos libros de cuentos, ¿Cómo fue esta transición para usted? ¿Le costó? Es un esfuerzo muy distinto. La idea de esta historia la tengo hace muchísimos años, antes incluso de mi primer libro. Y bueno hace tres años me acordé de esta historia. La tomé y por fin me dediqué en serio y sentí que tenía más que decir que solamente un cuento, que la historia era más elaborada. Sin embargo, cometí un error para la primera versión y que fue pensar en tres capítulos para la novela y cada capítulo lo traté como si fuera un cuento y que se pudiera leer independientemente uno del otro. Ya para una segunda versión, hilé todo y trabajé también historias paralelas porque en una novela no te puedes concentrar tanto solo en dos personajes porque agobias al lector, ¿no?, entonces hice más tramas paralelas. La versión original de la novela eran tres momentos en el tiempo, 1992, 2004 y 2017, pero los dos primeros se diluyeron como flashbacks.

El tema de la disciplina que exige una novela es distinto al de un relato, una novela requiere un trabajo más constante y disciplinado, en su caso específico al interior del mundo de los negocios, ¿cómo encuentra el equilibrio para darse un tiempo para escribir? Sacrifico todo mi tiempo libre. Es bien sacrificado, pero este es un viaje de ida sin regreso, o sea, una vez que ya lograste publicar un libro, se vuelve adictivo, quieres volver a hacerlo. Lamentablemente, no paga las cuentas, entonces no puedo dejar lo otro, pero sí, se requiere mucha disciplina, mucho compromiso, pero ahí estamos. Creo que estar en este mundo de los negocios, más bien es un input para mí, me da insumos para tejer las historias sobre las que hablo y, de alguna manera, me distinguen como dices de otras temáticas.

La Universidad del Pacífico tiene un lugar importante en esta novela, es una locación que aparece en el pasado y presente de los protagonistas y se recuerda con mucha nostalgia. ¿Fue su intención retratar esa época a través de dicho centro de estudios? Sí, sin duda, de hecho. En la primera versión de la novela, todo el primer capítulo de los 90 estaba lleno de mis recuerdos y mi bagaje de experiencia en la universidad. Esta idea nace de eso. En algún momento de mi vida yo tenía muchas ganas de regresar en el tiempo, volver a la etapa de la universidad y tomar otro camino. Es algo que nos suele pasar en diferentes momentos de la vida.

El personaje de Marianne tiene un conflicto muy fuerte con su padre a raíz de la infidelidad a su madre, pero también un conflicto indirecto por el rechazo que este tuvo con Sergio. ¿Cree que con el reencuentro se reivindica este rechazo del padre? Qué interesante. Es muy importante esto que acabas de decir, Marianne tiene una herida enorme con el padre que le cuesta cerrarla, le cuesta armonizar con él a pesar de las circunstancias, pero si ella lograse algo con Sergio es como tapar por lo menos una de las heridas que se infligieron.

En el caso de Sergio, él sufre una discriminación por parte del padre de Marianne y esto lo marca. Me pareció muy referencial al relato "Segunda Juventud" de Luis Loayza en donde el protagonista es discrimado por el padre de su pareja y decide no intentarlo más. Acá en cambio sí hay resolución, sí se atreve. Yo creo que eso pasa en este caso porque ganó aplomo con el éxito que va teniendo. Creo que las inseguridades de él eran porque se sentía menos que el resto. Entonces, dedicó su vida a cortar esa brecha o a superarla incluso y claro ya no hay ningún impedimento de que él pueda estar con Marianne y creo que él se muestra muy decidido cuando se encuentra con ella.

El afán de Marianne por aprender quechua para acercarse a una población específica con la que trabaja en Cusco y su fracaso, ¿lo planteó para mostrar cómo es que ese personaje se relaciona con los demás? Sí. Quería darle una dimensión a ella en la que no lograse, efectivamente, lo que quiere y me pareció interesante la interacción con las comunidades y el trabajo de ella. Me interesó plantearla como ella se sentía: una pieza que no encaja en ningún lado. Este tema del quechua me parece que grafica muy bien esto.

El tema de la música en el personaje de Marianne es muy importante, incluso en la misma narración. Su amor por el piano y el trauma que vive por dejarlo. ¿Cuánto le costó adaptar esa musicalidad a la narración? Me gusta mucho la música clásica, pero no soy una gran entendida. Sin embargo, la mamá de mi cuñado fue Teresa Quesada que fue una gran pianista peruana, entonces, la cercanía con él, además de un amigo pianista que menciono en los agradecimientos, me han permitido conocer este mundo que me parece fascinante. En la narración fue impregnándose a partir de eso.

¿Cuánto tiempo le tomó cerrar la historia? Difícil estimar el tiempo exacto porque hace 3 años lo que hice fue rescatar muchas páginas que había escrito hace casi 10 años como para sembrar la idea. Toda mi etapa en la Universidad del Pacífico la había escrito en esas primeras páginas de las cuales en la novela deben quedar tres. Escribí desde mediados del 2016 hasta fines del 2017 casi sin parar porque coincidió con que tuve un evento médico, dejé de trabajar, entonces pude dedicarle más tiempo al proyecto. El 2018 deben haber sido unos tres meses más y este año en la etapa de edición ya con Planeta.

¿Cuánto le ayudó la reelectura? Siempre estoy releyendo, siempre estoy revisando. De repente un día escribo cinco páginas y al día siguiente, en lugar de escribir cinco más, lo que hago es corregir esas cinco páginas.

¿Qué fue lo más complicado de la transición del cuento a la novela? Lo más complicado fue intentar darle forma de novela a la narración porque eso es lo que quería lograr. Como te digo, al principio pensé escribir como juntando cuentos en los capítulos, pero debe tener ilación de una novela. Dosificar la atención si quieres. Lo complicado de eso es hacer que el lector pueda interesarse por todos los personajes.

En su obra hay una influencia muy clara que se menciona en la novela como una de las autoras favoritas de Marianne que es Alice Munro. En su retrato de personajes femeninos y la sensibilidad maternal. ¿Cuánto considera que ha influido en su obra? ¿Siente que algún otro autor ha influido en su obra de la misma manera? La amo [risas]. Espero nunca cortar el cordón umbilical con Alice Munro. De hecho, son dos autoras que yo releo cuando estoy en etapa de escribir. Una es ella y la otra es Lorrie Moore que es una autora en la línea de ella también. Me gusta mucho esa escritura hacia adentro, me gusta mucho poder evidenciar cómo se siente un personaje con la manera como agarra el teléfono, como cruza las piernas. Me parece magistral. Es lo que yo trato de hacer también. Raymond Carver también. Todos estos autores que describen para demostrar lo que hay en el mundo interior de los personajes son influyentes para mí.

Hace dos años ganó el Premio Nacional de Literatura en categoría cuento. En esa oportunidad fuiste la única mujer premiada. Ha habido toda una polémica por lo ocurrido en la Bienal Mario Vargas Llosa y, posteriormente, con la mesa inaugural de la FIL 2019. ¿Cómo cree que se debe actuar frente a esta problemática? El tema es bien difícil. Sinceramente yo no quisiera que me incluyan en alguna mesa por ser mujer. Prefiero que me incluyan porque lo que escribo lo consideran bueno. Yo estoy del lado de la meritocracia. Sin embargo, creo que sí hay como una inercia de, por defecto, considerar más a los hombres o hacer listas o grupos donde hay más hombres. Entonces, creo que sí necesitamos una 'muleta' en esta etapa de transición en el que hagamos el esfuerzo de incluir más mujeres en las actividades literarias y culturales. Creo que, después de eso, nosotras, por nuestros propios méritos, vamos a demostrar que estamos bien incluidas en la vitrina.

¿Qué considera que las mujeres peruanas tienen qué hacer para difundir su obra? Generar antologías como la que ha publicado hace unos meses Planeta (“Una voz que existe” 2019) y otra Peisa hace un par de años en la que estoy (“Como si no bastase ya” 2017). Hay que difundir. Creo que estamos escribiendo cosas muy interesantes, entonces, no es un favor que nos hacen. Creo que tiene un valor literario que amerita ser expuesto y de paso nos ayudan a ser la 'muleta' para exponernos.

¿En qué nuevos proyectos estás trabajando? Estoy por sacar dos cuentos para niños. A inicios de este año saqué el primero, vienen dos más para hacer una trilogía y luego de eso creo que viene otra novela, ojalá.

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