Los casos de dengue han aumentado casi 100% entre los meses de enero y febrero, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Un salto exponencial al que las autoridades han respondido declarando a 20 regiones en emergencia sanitaria por 90 días.

Se han reportado más de 34 mil infectados, hay 2,500 hospitalizados y han fallecido hasta 44 personas. Piura, San Martín e Ica son los que peor la están pasando.

Cifras, pues, preocupantes. Una vez más, la declaratoria de emergencia en las zonas afectadas no será suficiente si el Ministerio de Salud (Minsa) no trazó con antelación un plan para combatir al generador de la enfermedad. Si no existiera esa estrategia, el Perú se encontrará otra vez en graves problemas, y por razones similares a las que emergieron durante los catastróficos primeros meses de la pandemia de COVID-19.

Sería muy grave que al Minsa se le desboque por completo el tema, sabiendo que el zancudo letal suele planear sobre las poblaciones vulnerables cada que la temperatura aumenta junto con el caudal de los ríos.

Y aquí, por supuesto la responsabilidad es compartida con los gobiernos locales. Resulta alarmante que, como ha dicho el ministro César Vásquez, en las direcciones regionales “de los 108 millones de soles en material para enfrentar el dengue, 91 de ellos están en presupuesto inicial de apertura”, es decir, que, por distintos problemas burocráticos, no hayan podido ser usados para prevenir o contener lo que hoy ya es una epidemia.

Porque el anuncio de que en las próximas semanas el gobierno central transferirá recursos adicionales a las zonas de mayor riesgo, suena, lastimosamente, a parche de última hora. De cualquier manera, la declaratoria de emergencia sanitaria debería ayudar a que los presupuestos asignados se activen con mayor prontitud.

Nada tan ajeno a Perú21 que cansar al lector con lugares comunes, pero es inevitable recurrir a lo que la evidencia nos devuelve a cada momento como datos dramáticos de la realidad. Sin un adecuado acompañamiento de comunicación –muchos pobladores ni se enteran o se resisten a las intervenciones de los especialistas– y, sobre todo, de gestión, de inteligencia administrativa, con profesionales competentes que sepan sacarle el jugo, como se dice, a los recursos, campañas sanitarias como las que hoy urge sacar adelante están destinadas a caerse un día sí y otro también.


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