Es de lo más tierno. Esas historias mínimas que deja el paso de la selección peruana por Rusia. Sandro Ventura pegaba figuritas de los jugadores cuando era niño. Pasaron 36 años para que un nuevo álbum ocupe su atención. La escena es distinta. Ahora le tocó comprar el coleccionable y ver a su papá pegando las figuritas. Fue emotivo, dice, verlo llenar el álbum gracias a su hermana o sus nietos. El fútbol regala estos momentos que solo entiendes si los vives. Y Sandro no solo se ha emocionado en casa o con los amigos. Este nuevo Perú que viste la camiseta, que se inflama de orgullo al ver a su selección, ha llamado su atención. Este Perú te hace sentir feliz por su buena gastronomía y también por Guerrero, Carrillo, Cueva o Advíncula. Nunca tan cerca de un cambio real, algo bueno está pasando y tenemos que ver más allá de los goles que al fin gritamos, de la meta que cumplimos, del camino que nos falta.

Yo crecí viendo los mundiales de 1978 y 1982. En el 78, tenía 9 años y salía a jugar a la calle con mis amigos. Fue la primera vez que vi un televisor a colores. En el 82, tenía 13 años, pero conservo los mejores recuerdos del fútbol en mi infancia.

Jugaba en la pista, pero no era el mejor jugador. Era centrodelantero. No quise ser futbolista de niño como muchos. Era un jugador de barrio, salíamos más a pasear la pelota. Además, en mi época no era una profesión ser futbolista. Ahora hay una profesionalización de este deporte. Si le decía a mi papá “quiero ser futbolista”, me mandaba a rodar. Eran otras épocas.

En el largo tránsito de las Eliminatorias, fue una decepción al comienzo, porque vivimos eso una otra vez, y otra vez. Mi último Mundial fue cuando tenía entre 13 y 14 años. Después de 36 sin ir a un Mundial, ya hasta le había perdido las ganas al fútbol y a ser hincha de un equipo. Cada vez con más recelo, con menos expectativa. Pero luego uno recupera la fe. Ahora hay enormes ganas del jugador y del hincha de volver a gritar goles. Además, es un equipo que no tiene mayores escándalos. Y ese fue otro periodo que vivimos, era la del jugador que era el jugadorazo, se perdía con vedettes y bailarinas que los seducían. Siempre aparecían en escándalos un poco vergonzosos. Ahora son chicos más centrados.

Los tres partidos de la selección en Rusia fueron un tema de unión familiar que generó gran emoción. Yo lo disfruté muchísimo, uno grita y hace catarsis.

Yo soy un gritón, insulto, mento la madre. Soy boca sucia. Los chicos con los que trabajo también lo viven. Es muy divertido.

Soy un hincha al que le gusta reunirse, que le gusta ver el partido en compañía. En grupo se genera otro tipo de mística.

Los chicos de la selección son en su mayoría jóvenes. Creo que esto es un inicio. A este Mundial llegamos por casualidad, por los tres puntos que nos dieron, eso colaboró. Eso permitió que haya más esperanza, más fútbol. Yo no veía gente con camiseta de Perú desde hace muchísimos años. Siempre hubo gente que se ponía la camiseta, pero no de manera tan constante.

Ahora, en cada esquina, te encuentras con multitudes, señores, señoras, niños... todos con la camiseta. Esta llegada a Rusia ha servido para generar una gran identificación. Así como nos identificamos con la comida, hoy pasa con el fútbol. Nosotros haremos un documental sobre la música peruana que esperamos genere identificación con lo nuestro, que es algo tan olvidado.

Hoy los chicos se pelean por ser Guerrero, Cueva o Carrillo.La otra vez puse un tuit que me sorprendió al viralizarse. Decía que dejen de dar tribuna a los políticos y presentadores y den tribuna a los que no están. Los monstruos fueron creados por los medios. Cuando dejen de ponerle micro a esos políticos que buscan figuretear se acabará su reinado. Esa es una lección del fútbol, hemos dejado de ver el lado escandaloso del fútbol para ver lo positivo. Y eso se ha canalizado bien en el fútbol y en el hincha. Es una lección para el ciudadano, el hincha y para la propia prensa, para todos.

De niño era normal pegar figuritas con la selección en el Mundial. Hoy, quizá después de 36 años, uno lo hace con más gusto. Esta vez no me compré el álbum, pero sí se lo compré a mi papá, que tiene más de 80 años.

Mis hermanos le llevaban las figuritas. Fue emotivo verlo llenar el álbum gracias a mi hermana o a uno de sus nietos. Se invirtieron los papeles. Fue gratificante revivir eso al revés. Eso no se vivía hace muchos años. Esto cimentó un mayor patriotismo… Después de 36 años estuvo más a flor de piel la peruanidad.

SABÍA QUE...

* Es guionista y director de cine. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima y fue becario del Taller de Cine y Televisión de Armando Robles Godoy.

* Antes de dedicarse a la cinematografía, fue periodista y posteriormente editor de la revista de espectáculos TV+.

* Ha dirigido las películas Quizás mañana (2013), Japy Ending (2013), Loco Cielo de Abril (2014) y el filme de terror Poseídas (2015).