Violencia forzada

Es curioso, el día a día entre comuneros y mineros es por demás cordial y amistoso. Las fiestas son encantadoras. El cariño de la gente es espontáneo y natural.
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Fernando Cillóniz,Al.Mercadofcilloniz@peru21.com

Todo marcha bien hasta que llega la orden amenazadora de convertir la armonía y la tranquilidad en griterío y vandalismo. La mayoría de la gente que marcha contra la minería lo hace de manera forzada. El que no se pliega a la protesta es castigado con severidad. El castigo puede ser una multa, latigazos en la espalda, corte de agua para riego, y hasta saqueo de locales. Previamente, en plazas y radios locales, la politiquería hipócrita vocifera todo tipo de mentiras y arengas contra las mineras. El cañazo se reparte a diestra y siniestra. Y el éxito de la protesta se mide a través del número de muertos. Así operan Santos, Saavedra, Arana, Aduviri, Pizango y varios más. El Poder Judicial haría bien en sancionarlos de acuerdo a ley. Los peruanos merecemos un país justo, eficiente, democrático y sostenible.

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