notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Carlos Basombrío,Opina.21cbasombrio@peru21.com

En el Perú hemos sufrido mucho ya, por las ambiciones de perpetuación en el poder de quienes llegan a Palacio, como para no tomar, desde ahora, el asunto muy en serio. El tema no es (solo) para la chacota, hay que tener una posición clara sobre esa posibilidad. Tenemos aún una democracia muy frágil, como para perturbarla con estos jueguitos.

Es verdad que Nadine Heredia le cae bien a la mayoría de los peruanos y que es notoriamente más popular que su esposo. Pero, a la vez, a ella le toca la parte más fácil de este cogobierno de facto. Decide, pero no asume responsabilidades. Los errores del gobierno no son suyos, solo está en la foto de los éxitos, nunca en los problemas. A lo más manda un tweet. Así es más fácil. De hecho no se necesita de su excesivo protagonismo para ser popular como primera dama. Pilar Nores, discretísima, casi sin aparecer en medios y sin nunca excederse, lo fue más que su entonces marido.

Elecciones en donde la pareja en el poder participe, son elecciones en donde el piso no será parejo y en las que se usará el poder del Estado para favorecer a "la sucesora". Ello per se augura riesgos muy grandes para la siempre difícil convivencia pacífica entre los peruanos.

El solo hecho de que Keiko Fujimori, el mismo día en que defendía el golpe del 5 de abril, le diera a Nadine su apoyo para modificar la norma que le impide postular es ya de un simbolismo mayúsculo. ¿Lo hace Fujimori por incentivar mayor competencia? Permítanme que me sonría.

Conseguir postular a la reelección disfrazada, con los votos del fujimorismo, sería ya en sí misma una pésima señal. Somos muchos los que nos opondríamos, por el bien del país, a este intento.

Tampoco les conviene a sus protagonistas. En países como el nuestro el excesivo poder corrompe y nubla la mente. Se van creyendo omnipotentes y terminan mal. Si no, pregúntenle a Vladimiro Montesinos y a Alberto Fujimori, quienes tramaron la última reelección.

No hay que ser angurrientos. La vida después de la presidencia no se acaba. ¡Qué esperen al 2021! Puede(n), incluso, regresar el año 2031 y el 2041. Pero el 2016 le(s) está vedado.