Este mes resulta propicio para organizar algún tipo de actividad que permita disfrutar en familia. Por ejemplo, la mayoría de colegios, institutos, universidades y otros centros de estudios entran en receso, así que los hijos estarán libres. Si bien a muchos padres les es difícil hacer un alto en sus obligaciones laborales, lo cierto es que hay quienes piden vacaciones por una o dos semanas. No siempre es posible pero, si tiene esa chance, hay que aprovecharla.
¿Por qué? Porque las vacaciones cumplen un rol vital para el bienestar individual y colectivo. Para empezar, son un antídoto contra el estrés, mal que, lejos de ser un concepto abstracto, ocasiona serios daños a nivel físico y psicológico. De hecho, ¿a quién no le viene bien un descanso? Por otra parte, que padres e hijos vivan juntos sus vacaciones –aunque sea solo unos días– ayudará a fortalecer los vínculos emocionales entre ellos. Además, ¿no podría ser divertido? Muchos de los recuerdos familiares más gratos se forjan, precisamente, en los momentos de unión, cuando las obligaciones quedan de lado y lo único que importa es pasarla bien con los seres queridos.