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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

El término 'subsidio' pasó a ser una sucia palabreja en el diccionario económico hasta que bancos, financieras y aseguradoras necesitaron de ellos.

Allí se cambió la palabra subsidio por 'ayuda', y las entidades que contribuyeron a provocar la catástrofe financiera se beneficiaron con todo aquello de lo que antes habían abominado. El subsidio es una expresión de solidaridad propia de los seres sociales y, en algunos casos, una inversión para el futuro. Subsidiar alimentos indispensables al desarrollo humano entre quienes no pueden acceder a ellos es invertir en salud y en una futura población mejor preparada para contribuir al crecimiento del país.

Parte del mal rendimiento escolar se debe a una alimentación deficiente. Subsidiar medicamentos, como ocurre hoy acertadamente con los antirretrovirales contra el VIH, es una inversión que ahorrará gastos futuros pues estos medicamentos extienden la vida útil de los pacientes y reducen la posibilidad de contagio en un 92%.

Subsidiar condones o repartirlos gratuitamente es otra forma de evitar gastos mayores en salud pública. Criticar el subsidio sin analizar su necesidad en cada caso es uno de los tantos 'mandamientos' que, por repetición obsesiva de la prensa, muchos ciudadanos, poco habituados a pensar por sí mismos, asumen como un hecho demagógico y, por lo tanto, censurable.