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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Lamentablemente, al menos en el caso peruano ocurre lo contrario y en los últimos años hemos presenciado más bien un retorno a la intolerancia de posiciones dogmáticas, a la imposición de ideas a través de la agresión, a una situación en la cual la política está infectada por la sinrazón. Veamos por ejemplo la coalición antiminera alrededor de la cual, desde hace un tiempo, están algunas facciones que no han logrado éxito alguno con el electorado y quienes incluso estuvieron coqueteando con el terrorismo en los años más negros de nuestra nación.

Ahora, estos grupos que antes nunca tuvieron ningún tipo de interés por el medio ambiente han tomado a la fuerza el control de la corriente de preocupación ciudadana por el riesgo de contaminación que trae consigo cualquier desarrollo minero y lo están convirtiendo en una excusa para la violencia en contra del sistema.

Más aún, los verdaderos motivos detrás de su participación quedan claramente desnudados al rechazar cualquier posibilidad de dialogar para acordar mejoras en el tratamiento ambiental.

Así, tenemos que en el caso de Conga antes de que se conociera el informe de los expertos internacionales ya habían convocado a diversos paros que felizmente fracasaron y en el momento que el resultado del peritaje era finalmente publicado, el autodenominado líder del Frente de Defensa, Wilfredo Saavedra –quien tiene realmente aterrado o agarrado al presidente de Cajamarca Gregorio Santos– sin siquiera leerlo, ya lo había rechazado.

Por ello, es evidente que la suerte de las lagunas o la búsqueda de equilibrio entre inversión y sostenibilidad ambiental es lo último que les interesa a los líderes de los que están protestando.

Por otro lado, hace poco los peruanos de pronto dimos un salto al pasado del fanatismo delirante escuchando el odio y resentimiento del terrorista 'Gabriel' quien ni siquiera intenta encontrar algún tipo de justificación para su accionar criminal. En realidad, atrapados entre la intransigencia radical de los antimineros y el oscurantismo demencial de los remanentes de Sendero en estos días, nos podríamos sentir frustrados de lo poco que parece que como sociedad hemos avanzado. Solo nos queda seguir bregando y con la razón tratar de ganarlos.