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Redacción PERÚ21

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Enrique Castillo,Opina.21ecastillo@peru21.com

Cinco meses después se reconfirma que no existe un liderazgo claro dentro del Gobierno, que sea capaz de crear o de siquiera intentar moldear una nueva visión que nos mueva a todos para alcanzar nuestro desarrollo, con propuestas claras, creativas, coherentes y bien articuladas.

Pareciera que ya se ha renunciado a la posibilidad de realizar las reformas o los cambios audaces o dramáticos –¿por qué tenerles miedo?– que necesita el país. ¿Por qué volverse timorato justo cuando se dan las condiciones para realizar las transformaciones en aquellos sectores que sí son –aquí y en cualquier parte del mundo– la mejor vía para alcanzar el desarrollo?.

La educación en el Perú sí requiere de una revolución, de cambios profundos y dramáticos, de modelos creativos, modernos y audaces, de una decidida acción estatal y de una agresiva participación privada. ¿Por qué conformarnos con tratar de elevar el rendimiento escolar o con subir uno o dos lugares en el estudio Pisa? ¿Eso no es un culto a la mediocridad?

La seguridad ciudadana necesita de un nuevo enfoque, de nuevos recursos –humanos y tecnológicos–, de nuevas estrategias, de una nueva actitud.

Requiere de cambios dramáticos si no, ¿cómo van a garantizarle la seguridad a la ciudadanía y a esos 3 millones y medio de turistas que quieren traer para el año 2016?

Si no se realizan cambios dramáticos no transformaremos el país para garantizarle a nuestras futuras generaciones el bienestar que necesitan. Es bueno seguir la Hoja de Ruta, pero hay que definir hacia donde nos lleva, perdiéndole el miedo a los retos que en ella nos enfrentaremos.