notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Cuando el país ya se estaba olvidando de sus escándalos, aparece una sorprendente resolución judicial que ordena restituirlo a la cárcel dorada de la cual fue retirado ante el clamor generalizado que causó el conocer de su trato privilegiado.

Pero, como no podía ser de otra manera, en todo lo que involucra a Antauro, el fallo es un nuevo escándalo. Es, desde todo punto de vista, increíble e indignante que, a fin de justificar un tratamiento preferencial, quedando bien, de paso, con el entorno del mandatario, los magistrados hayan considerado que el 'Andahuaylazo', en el cual asesinaron a cuatro efectivos policiales, no es un hecho de extrema gravedad. Por lo que uno se pregunta: ¿Cuántos policías tienen que ser masacrados para que esos jueces consideren grave el acto? Peor aún: ¿Cómo se deben de sentir los deudos de los asesinados al escuchar que sus muertes fueron resultado de crímenes veniales o secundarios?

En realidad, el problema de la justicia cuando quiere congraciarse con el poder de turno es que pierde el sentido de las proporciones y emite cualquier fallo –sin reflexionar sobre lo que está aprobando– con tal de cumplir lo solicitado. Por ello, en lugar de mostrar una forzada indignación, el premier y el jefe del INPE –que, al fin y al cabo, fueron los primeros en darle un tratamiento especial a Antauro– deberían denunciar a los jueces involucrados ante la OCMA, ya que es evidente el prevaricato.

Por otro lado, una de las más mortificadas con el costo político de la reaparición de Antauro debe ser la primera dama, por lo que parece conveniente para la relación matrimonial que este nuevo incidente ocurra cuando su esposo está ausente. En todo caso, el fallo no hace sino reiterar el lastre que arrastra el presidente debido a sus hermanos.