Refugio norteño

M áncora tiene un poder magnético difícil de resistir, propiedad física que se confirma cada año con los miles de turistas que recorren largas distancias para gozar de sus tibias aguas y su caluroso clima. A estas alturas ya resulta obvio que el balneario piurano se ha posicionado como uno de los atractivos imperdibles del mapa turístico peruano. ¿Qué tiene de especial?

La respuesta descansa cómodamente en razones plenamente hedonísticas: Máncora, para muchos, es un pedacito de paraíso. Es un buen sitio para desconectarse de lo cotidiano. Pero, ojo, no es precisamente un espacio totalmente desconectado de la civilización ni algo que podría caber en la definición de tranquilo. De hecho, Máncora es un balneario que invita más al movimiento que al reposo absoluto. Puede dedicarse a descansar, por supuesto, pero lo cierto es que hay una serie de actividades para realizar.

Para empezar, es un destino propicio para correr olas. Las olas mancorinas gozan de buena reputación en el circuito surfer. También se puede practicar otros deportes marinos, tales como buceo y moto acuática. Es cuestión de ponerse en contacto con las personas que ofrecen estos servicios.

Otro atractivo radica en la vida social: Máncora es pródiga en lugares para divertirse. Bares, discotecas y otros establecimientos son las áreas favoritas de los visitantes. Y si no quiere surfear ni parrandear, queda un motivo irresistible: la comida. Aquí podrá probar lo mejor de la gastronomía norteña gracias a la sazón y a los inmejorables insumos.